Descubrimiento afortunado de una escritora, Fred (Fréderique) Vargas (París, 1957) y de su personaje, el comisario Adamsberg. Esta novela no es la primera de este personaje por lo que hay referencias a casos y experiencias anteriores, no importa demasiado sólo te entran ganas de leerlas también.
La trama policíaca empieza con dos cadáveres, aparentemente dos pringados muertos en un ajuste de cuentas aunque el comisario no lo tiene claro. Luego hay muchas cosas más: el fantasma de una monja del siglo XVIII, una poción mágica que asegura la vida eterna, cadáveres de vírgenes profanados, un conocido del pasado… y sobrevolando una Sombra que lo enturbia todo y que puede ser la sombra particular que cada persona lleva consigo.
El planteamiento y resolución del misterio están muy bien pero lo que tiene de particular esta novela son los personajes. El comisario Jean-Baptiste Adamsberg es un bearnés, oriundo de un valle de los Pirineos, con una facilidad extraordinaria para irse por las nubes, para perderse en las alturas, con una extraña manera de enlazar las cosas y que al final encajan donde deben estar.
En la Brigada tiene a su mando a veintisiete personas de las cuales destacan la teniente Retancourt diosa multiforme de capacidades extrañas, el inocente cabo Estalère, Mercadet siempre durmiendo, Mordent especialista en cuentos y leyendas, Noël el típico poli brutal, la teniente Froissy especialista en sistemas de escucha y proveedora de alimentos, el comandante Danglard, mano derecha del comisario, enciclopedia ambulante a quién éste consulta las más peregrinas cuestiones que le van surgiendo y con un vicio secreto conocido por todo el mundo: un surtido de botellas de vino escondidas estratégicamente por la comisaría. Hay un gato siempre desparramado encima de la fotocopiadora que por supuesto nadie usa para no molestarlo. Las reuniones para poner en común los casos se celebran en la comisaría o en la Brasserie des Philosophes, depende si es la hora de comer.
Un microcosmos muy particular dirigido por un soñador cuya misión es resolver asesinatos y detener a los criminales. Con estos mimbres no es extraño que los diálogos y las situaciones a veces sean surrealistas, pero es todo muy humano, muy cercano, son personas de verdad con pasado y presente.
La trama policíaca está bien planteada y resuelta, buena escritura con un estilo muy francés con sus referencias cultas, su gusto por el vino y la comida, ameno, en fin un libro y una autora muy recomendables.