1º CICLO DE ÉPOCA DEL CLUB DE LA MANZANA

LA GRAN DEPRESIÓN AMERICANA

LECTURAS

17 de enero: De ratones y hombres de John Steinbeck
El Villorio de William Faulkner
¿Acaso no matan a los caballos? de Horace Mc Coy


Club Social de Aljarasol en Mairena del Aljarafe, Avda. de la Constitución a las 19:00.

miércoles, 30 de mayo de 2012

LOS PASOS PERDIDOS de ALEJO CARPENTIER

Nos hallamos ante una gran aventura, la aventura del viaje a lo desconocido, en las profundidades de una selva como la amazónica hasta un poblado primitivo. Para alcanzarlo se necesitaron sólo unas pocas semanas. No obstante, parece que han transcurrido cientos, miles de años porque, al viajar, se ha desandado en el tiempo, hasta el punto que, al final del periplo, nos encontramos con el ser humano en su estado primigenio, cuando comenzaba sólo a nombrar las cosas. Quien realiza este viaje es un hombre amargado, enajenado, procedente de la civilización más adelantada tecnológicamente y, al mismo tiempo, más implacable y destructora espiritualmente. Nuestro protagonista tendrá que decidir si quiere permanecer en un mundo primitivo, carente de bienes materiales pero donde ha encontrado la felicidad, o retornar a la civilización donde es infeliz aunque posea «todo». Difícil dilema que puede ser el de cualquiera de nosotros.

EL CASO DE CHARLES DEXTER WARD de H.P. LOVECRAFT

«EL CASO DE CHARLES DEXTER WARD es una novela corta escrita por H. P. Lovecraft entre 1927 y 1928, aunque publicada póstumamente. Puede considerarse como una de las principales obras del autor. Basada en el conocido asunto de las Brujas de Salem en 1692 y ambientada en su Providence natal, el autor relata los extraños eventos que rodean al protagonista (Charles Dexter Ward) y a su misterioso antepasado, el ocultista Joseph Curwen, desaparecido en vísperas de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos.»“

lunes, 21 de mayo de 2012

VISITA LITERARIA DEDICADA A BÉCQUER DEL CLUB DE LA MANZANA

Os adjunto la crónica de Sales (la organizadora de la visita literaria dedicada a Bécquer) que aquí tenéis junto con las fotos que me ha enviado Elvira.


RUTA LITERARIA. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER.

Hay muchas formas de hacer turismo por Sevilla, de disfrutar de sus calles, plazas, jardines, iglesias, bares… cualquier rincón de la ciudad destila bullicio, alegría, historia y cultura.
El Club de Manzana proyectó para este año una serie de actividades culturales entre las que se encuentran una serie de Rutas Literarias para intentar conocer más a fondo a los grandes escritores y literatos relacionados con nuestra ciudad.
Iniciamos el pasado 18 de Mayo la primera de estas rutas con uno de los grandes poetas románticos del siglo XIX cuya obra supone el punto de partida de la poesía moderna española: mi admirado Gustavo Adolfo Bécquer.
No hablaremos aquí de su vida y obra, ya de sobra conocida, sino que visitaremos los lugares de la ciudad donde pasó sus primeros años antes de su partida a Madrid buscando fama y fortuna. Un itinerario largo pero muy instructivo.
Normalmente este tipo de visitas, como casi todo, se suele empezar por el principio, pero nosotros por motivos de horarios restringidos de algunas de las instituciones a visitar, comenzamos por el final.
La primera parada fue el Convento de Santa Inés situado en la calle Doña María Coronel. Un edificio del siglo XIV de estilo Gótico-Mudéjar que alberga en su interior el órgano descrito por Bécquer en su famosa Leyenda “Maese Pérez el Organista” donde nos aguardaba una gran sorpresa. Siempre que se entra en un edificio antiguo uno tiene la impresión de traspasar el umbral del tiempo y trasladarse a épocas pasadas, pero si además te reciben unos señores ataviados como caballeros templarios la impresión casi asusta. Y es que sin que nosotros tuviéramos noticias de ello, se celebraba en la iglesia una ceremonia de iniciación de los neófitos de la Orden de San Clemente y San Fernando (!ahí es nada!) presidida por el purpurado Arzobispo de Sevilla. De piedra como los muros del convento nos quedamos ante tal despliegue de la “Sevilla profunda”. Y no sería el único acto religioso que nos encontramos a lo largo de la tarde.
Dejamos atrás el convento y por la calle Laraña bajamos hasta la Facultad de Bellas Artes que acoge el Panteón de los Sevillanos Ilustres, donde comparten sepultura Gustavo Adolfo y su hermano Valeriano. Sobre la lápida de los Bécquer se alza la figura de un ángel, portador del libro de las “Rimas” en su mano izquierda y un escudo con leyenda en la derecha, sobre una peana adornada con volutas vegetales y una golondrina. La tumba de Bécquer es receptora desde hace años de poemas, pensamientos, rimas y rosas que dejan las personas que quieren homenajear al poeta y su obra, siempre actual, como si se tratarse de un santo laico que desde el más allá pueda hacer que se cumplan los deseos de los mortales enamorados.
Cuando ya abandonábamos el panteón pudimos conocer a un joven artista marroquí que tenía expuesta en el patio de la Facultad una descomunal tela de araña y que nos pidió fotografiarnos con él. !Ah, cuan maravillosa es la cultura!
Y ya dispuestos a retomar la visita por el principio nos dirigimos a la calle Conde de Barajas, donde nació. Aunque su casa natal ya no existe, en el número 28 de esta calle hay una placa conmemorativa que hace referencia a su nacimiento el 17 de febrero de 1836. Ninguna importancia tiene que la casa sea o no la verdadera. Lo importante es que se conserve como vivienda típica de la época, en la que se puedan recoger y agrupar los recuerdos del poeta.
Continuando por esa misma calle desembocamos en la Paza de San Lorenzo que alberga la iglesia del mismo nombre. En este templo de estilo Gótico-Mudéjar del siglo XIII fue bautizado el ilustre poeta el día 27 de febrero, diez días después de su nacimiento. Dimos un rápido vistazo por la iglesia y la pila bautismal porque se estaba celebrando misa y no queríamos molestar ni ser irrespetuosos.
Sin salir del barrio nos dirigimos a la calle Jesús de Gran Poder. En el número 29 donde ahora está la clínica “Clinisur”, se ubicaba en tiempos del escritor el colegio San Francisco de Paula, donde estudió en sus primeros años. La propia clínica que restauró el edificio, puso la placa conmemorativa para que los transeúntes no se olvidaran del autor.
La siguiente parada la hicimos en la Plaza del Potro muy cerquita de la Alameda de Hércules, donde otra placa recuerda que allí vivió el poeta con sus tíos entre los años 1850 y 1852. El mismo tío que sentenció: “Tú nunca serás un gran pintor, sino un mal literato”. Afortunadamente se te equivocó de cabo a rabo.
Saliendo de la Alameda por la calle Amor de Dios, nos fuimos hasta el instituto San Isidro donde también realizó estudios, aunque no sabemos en qué fecha ni hay placa alguna que lo recuerde.
Por esta misma calle desembocamos en la Plaza del Duque donde también estuvo un tiempo viviendo en casa de su madrina Manuela Monehay, adinerada señora de origen francés. El acceso que tuvo Bécquer a la excelente biblioteca que tenía esta señora, le proporcionó un conocimiento detallado de los autores más relevantes del siglo anterior y del romanticismo europeo. Es una pena que la casa ya no exista ni se sepa el emplazamiento exacto de la misma.
Tras un agitado paseo por la calle Sierpes, tuvimos que pararnos durante un buen rato para dejar paso a una Cruz de Mayo con su banda incluida, que para ser de niños iba repleta de mayores trajeados, llegamos hasta los aledaños de la Catedral, concretamente a la Taberna de las Escobas( !Menos mal! !Ya era hora de una cervecita!) en la calle Alemanes, fundada en 1836, lugar frecuentado por un sinfín de escritores y artistas, entre ellos el que hoy nos ocupa. Ahora es un restaurante muy
fino, de postín, donde no hay lugar para tomarse una caña, por lo que decidimos irnos
con la música a otra parte, al bar “Las Columnas” para un pequeño refrigerio después
de la larga caminata.
Una vez recuperadas las fuerzas, por la calle San Fernando llegamos hasta los
Jardines de Murillo donde una placa recuerda aquel relato que escribió Bécquer sobre
la Feria de Abril que por aquellos entonces se celebraba justo enfrente, en el Prado de
San Sebastián.
Y por fin, última parada en el Parque de María Luisa donde se halla la Glorieta de Bécquer. Una estructura de forma octogonal con un busto del poeta, basado en el retrato que de él hizo su hermano Valeriano, donde hay una inscripción con la fecha de su nacimiento y muerte. El resto del conjunto es toda una alegoría al amor con un joven cupido herido, con un ala rota y un puñal en la espalda, que representa el desengaño amoroso. Desde otro ángulo se aprecian tres señoritas cuyos rostros reflejan las diversas reacciones en las distintas fases del amor: “el amor futuro”, el “amor presente” y “el amor pasado”. Allí dimos por terminada nuestra ruta literaria recordando algunas de sus rimas y analizamos cómo había cambiado la visión del amor desde los tiempos del poeta hasta nuestros días.
Quiero terminar dando las gracias a Lula, sin cuyo amplio conocimiento de las calles sevillanas la visita se hubiese convertido en un ir de acá para allá sin rumbo fijo.

lunes, 14 de mayo de 2012

COSECHA ROJA de SAMUEL DASHIELL HAMMETT


 PROPUESTAS DE LECTORES (Elvira)
 LLEGÓ EL CRIMEN A LAS CALLES
Cosecha roja, cuyo escritor es el estadounidense Samuel Dashiell Hammett, pertenece al género de la novela negra. Este tipo de relato presenta unas características distintas a la novela policíaca. Tiene una atmósfera asfixiante, donde el miedo y la violencia conviven, y existe la falta de justicia, sustituida por la corrupción del poder. Este tipo de novela nace en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos, difundida en revistas, como una variante de las historias policíacas. La novela negra agrega una violencia de la que carece el género policíaco. Los crímenes son producto de la debilidad humana, como la rabia, el poder, el odio, etc.;  por esta razón tiene un lenguaje más crudo, donde se le da más importancia a la acción, la cual contribuye a la descripción de la sociedad donde nacen los criminales y la reflexión sobre el deterioro ético.
Un enigmático agente de la Continental (su nombre no es desvelado) es contratado para resolver un caso, para lo cual se traslada desde San Francisco hasta Personville (rebautizada como Poisonville, nuevo nombre bien merecido que significa ‘villa veneno’). A su llegada muere misteriosamente su cliente y se ve envuelto en el ambiente violento de Poisonville, ciudad que antaño fue propiedad de Elihu Willson, "el Viejo", y cuyo control le disputan ahora unos cuantos gángsters, lo que la convierte en un lugar corrupto donde la Policía es parte del entramado mafioso. Las muertes se suceden, así como los ajustes de cuentas y los tiroteos, la bebida y los bajos fondos, gracias a una guerra entre bandas incitada por la astucia del agente de la Continental, quien emplea métodos ‘especiales’ y bastante al margen de la ley para luchar contra este imperio criminal.
A todo esto hay que añadir diálogos corrosivos, un protagonista cínico y de vuelta de todo, chicas malas y peligrosas, mafiosos duros, policías corruptos y una visión descarnada de la sociedad americana previa al crack del 29, bien retratada por la experiencia del propio Hammett, quien fue varios años detective privado.
El protagonista se convierte desde el principio en un tipo antipático por el que no se tiene ningún sentimiento amable, y es tan detestable como el resto de personajes, quienes participan en este mundo que puede ser cualquier parte corrupta de la geografía mundial. La censura, la información controlada, la violencia impuesta, etc., nos hacen pensar y reflexionar sobre el mundo en el que vivimos.
 “Durante cuarenta años, Elihu Willsson, el viejo, padre del que había muerto aquella noche, fue el dueño de Personville, en corazón, alma, piel y entrañas. Era presidente y accionista mayoritario de la Personville Mining Corporation, así como del First National Bank, propietario del Morning Herald y del Evening Herald, los únicos periódicos de la ciudad, y copropietario al menos de todas las demás empresas de alguna importancia. Aparte de estos bienes, era propietario de un senador de los Estados Unidos, de un par de diputados, del gobernador, del alcalde y de la mayor parte de los diputados del Estado. Elihu Wilsson era Personville y casi todo el Estado”. 

jueves, 3 de mayo de 2012

VELANDO ARMAS (Este mes en el periódico de Mairena del Aljarafe)

VELANDO ARMAS (Libros de caballería)  Caty y Manolito

Pasar la noche en vela es una costumbre que, al hilo de lo que trataremos en este artículo, une a caballeros y lectores. Era norma entre los caballeros pasar despiertos la noche antes de ser nombrados. Habiéndose confesado el aspirante debía recogerse en nocturna soledad, amparado por el silencio y la oscuridad de un recinto sagrado, para posteriormente, con los primero rayos de sol, tomar un baño purificador y las nuevas vestiduras que le distinguen como caballero. El lector, que roba horas a la noche en pos de la lectura, se renueva y purifica con cada página que pasa en el sacro recinto del libro. Así pues, el género de las novelas de caballería es el punto donde lector y caballero, velan juntos las armas.
La caballería medieval fue un orden paramilitar que surgió en la Europa cristiana en torno a los siglos IX y X, siendo su momento de máximo esplendor el siglo XIII. Su nacimiento debe vincularse al desarrollo de los antiguos milites (guerreros) carolingios que poco a poco fueron consolidando un nuevo estatus social gracias al progresivo aumento de su prestigio. En el siglo XIII el orden de caballería era ya un grupo homogéneo y bien delimitado, con título honorífico y conciencia de clase, una incipiente aristocracia laica que a la vez tenía el beneplácito de la iglesia, la cual legitimó sus incursiones bélicas gracias a la cruzada contra el infiel.
El orden de caballería fue adquiriendo un peso decisivo en la sociedad feudal y creó una estructura y una reglamentación muy rígidas, que deberían ser respetadas por todo aquel que hubiese sido armado caballero. Se fue desarrollando todo un protocolo alrededor de este estamento, como por ejemplo la ceremonia de investidura que estaría plagada de símbolos. Los caballeros lucharán por su señor o por Dios, y en sus tierras desarrollarán ejercicios preparatorios para la guerra como torneos, justas, cartas de batalla o pasos de armas.
La defensa de la religión, la atención y protección de los más débiles, la fidelidad al rey, el menosprecio a la muerte y el dolor, así como la búsqueda del honor y la gloria conformarían el ideario caballeresco.
A fines del siglo XV, la caballería constituía ya un poderoso sistema de creencias, pensamiento y visión del mundo en toda Europa, por lo que rápidamente la literatura se hizo eco de la institución y de sus altos ideales, apareciendo en un primer momento un género de clara finalidad didáctica ejemplificado en obras como el Libro del orden de caballería de Ramon Llull, textos con grandes dosis de realismo destinados al adoctrinamiento del lector en relación a las prácticas, usos, costumbres y normas de este estamento. Pronto el espíritu caballeresco como pauta de conducta en forma de ideal se mezclará con la ficción apareciendo entonces los llamados libros de caballería.
Los libros de caballería constituirán un género literario que tendrá una amplísima aceptación a fines del siglo XV y a lo largo la siguiente centuria, en reinos como el de Castilla y Aragón, Portugal o Francia. Según los investigadores el género sintetizará varias tradiciones previas: el folklore, la tradición culta (materia de Bretaña y Arturo), la épica y los tratados teóricos de re militari, de los que hablamos antes. El género presentará motivos recurrentes como el hallazgo del manuscrito en circunstancias extraordinarias o aparecer como una traducción de un original en otra lengua, ambas circunstancias eran evidentemente falsas y pretendían aportar autenticidad a la historia. Otro elemento común en el género es el tratamiento en cada novela de tres bloques temáticos fundamentales: las armas, el amor y la corte. Mostrando el caballero protagonista un saber estar perfecto tanto en los amoríos e intrigas cortesanas como en las batallas. Los episodios bélicos se estructuran, de forma repetitiva en tres fases: la causa, el desarrollo y el desenlace; y la violencia será una constante en el desarrollo de estos textos. El amor, el otro gran protagonista, reflejará de forma novelada el amor cortesano, que antes habrían recitado los trovadores. Los libros de caballería tendrán también un lugar reservado a la maravilla, apareciendo acontecimientos con  carácter mágico adornando los distintos episodios.

Toda esta conjunción de elementos explica la gran acogida que tuvo el género en muchos ámbitos de la sociedad, se sabe que fue especialmente predilecto entre las lectoras de la época, y algunos estudios apuntan que la autoría de algunos de los libros podría ser femenina.

Existe un buen número de libros de caballería conocidos, algunos formando grandes ciclos y otros representados por una única obra. Tal vez uno de los más destacados es el Amadís de Gaula (escrito  a mediados del siglo XV) y que influirá notablemente en muchas de las obras posteriores del género, pues cabe destacar que la originalidad no será la característica fundamental de este tipo de literatura. Podemos hablar de otros títulos como Curial e Güelfa o, Florambel de Lucea., así como de ciclos  muy conocidos como el de Belianís de Grecia o el de Tristán de Leonís.

Hoy en Velando armas hemos escogido un libro de caballería que siendo de los más conocidos se aleja a veces de los cánones del género, la novela de Joanot Martorell Tirante el Blanco, publicada en Valencia en torno a 1490. Tal es su calidad que es la única de las obras de caballería que salvaría Cervantes de la famosa quema en su Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha:

¡Válame Dios, –dixo el cura dando una gran voz– ¡que aquí esté Tirante
el Blanco! Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él
un tesoro de contento y una mina de passatiempos. Aquí está don
Quirieleysón de Moltalván, valeroso cavallero, y su hermano Tomás de
Montalván y el cavallero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante
hizo con el alano y las agudezas de la donzella Plazerdemivida, con los
amores y embustes de la Viuda Reposada y la señora Emperatriz,
enamorada de Ipólito, su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que
por su estilo es este el mejor libro del mundo. Aquí comen los cavalleros y
duermen, y mueren en sus camas y hazen testamento antes de su muerte,
con estas cosas de que todos los demás libros d’este género carecen.

En esta obra realidad y ficción se entremezclan invitando al lector a recorrer en una magnífica aventura, de la mano del caballero Tirante, gran parte del Mediterráneo. La historia se inicia en Inglaterra, cuando Tirante, al dirigirse a un torneo en honor del rey, visita al ermitaño Guillermo de Varoic, quien le adoctrina sobre la caballería. Tirante marchará después a Francia, Sicilia y Rodas, llegando a convertirse en jefe de los ejércitos bizantinos, tras numerosas aventuras por el norte de África volverá a la gran Constantinopla, donde se desposará con su amada Carmesina, hija del emperador, llegando a convertirse en Príncipe del Imperio. Pero será en esos preciosos momentos, cuando todo parece haberse concluido con éxito, cuando Tirante, mostrando su naturaleza humana, caerá enfermo y morirá, lo que a su vez llevará a la muerte por desconsuelo de su amada. Un final inesperado al morir el gran caballero víctima de una simple enfermedad y no en el campo de batalla, lo que le habría laureado con todos los honores de héroe, pero es ahí donde radica la grandeza del personaje y la novela, en el realismo como elemento de peso en la historia, de hecho en los diferentes libros de los que se compone la obra, la lógica y no la fe o la magia es lo que permite salir victorioso al protagonista, siendo la novela un compendio excelente de estrategia militar.
El libro nos narrará las variadas hazañas bélicas del protagonista, que se enfrentará con un nutrido grupo de enemigos, pero haciendo honor al género, la historia de guerra irá paralela al relato de los amoríos de los personajes de la corte y del mismo Tirante con la bella Carmesina, siendo la sensualidad y el erotismo una característica constante a lo largo de la obra, lo que ayuda sin duda a que el lector no llegue a aburrirse por la retórica de algunos sus capítulos.
Nos encontramos pues con un libro escrito a fines del siglo XV pero que tiene toda una serie de componentes que permiten que llegue a nosotros tan vivo como en el  momento de su redacción. Para los más curiosos, además del disfrute de las aventuras del protagonista, el libro permite una aproximación de carácter histórico muy interesante, puesto que las descripciones de usos, costumbres, modas y utillajes, así como de lugares y personajes de la época, son constantes en la obra y nos permiten realizar un auténtico viaje en el tiempo, un viaje a través del litoral mediterráneo medieval y renacentista ciertamente inspirador.

miércoles, 2 de mayo de 2012

LOS PAPELES PÓSTUMOS DEL CLUB PICKWICK de Charles Dickens

Se trata de la primera novela del autor, quien empezó a publicar la obra, por entregas, en 1836, cuando tan solo contaba veinticuatro años. 
Narra las aventuras de Samuel Pickwick y Sam Weller. Los inolvidables miembros del absurdo Club Pickwick protagonizan aquí, según la generosa tradición de Cervantes, una infinita sucesión de aventuras disparatadas, cómicas, tristes, transidas siempre de una amabilidad quizá nunca igualada.