Aquí tenemos una nueva iniciativa del Club de la Manzana. La propuesta que fué aplaudida por los asistentes a la última reunión consiste en la creación individual de un micro relato que tenga por título "LA MANZANA".
Para el envío a través de "comentarios" de éste post tenemos hasta el próximo 29 de noviembre a las 12:00, con idea de llevar todos los micro relatos a la próxima reunión y comentarlos.
No es necesario ceñírse completamente a lo que pueden ser las "reglas" de los micro relatos, pero para todas aquellas personas que quieren saber más o menos en que consiste, pueden leer el post de Mis Lecturas, "Los Micro relatos", que incluyen unas indicaciones básicas.
Os adjunto el enlace:http://mislecturassemanales.blogspot.com/2010/10/los-micro-relatos.html.
Esta iniciativa no es sólo para las personas que vienen en persona a las reuniones o pertenecen al club, desde aquí invitamos a todos aquellos interesados en participar.
9 comentarios:
¡Ahí está de nuevo! Como cada tarde. Llega acompañando a los últimos y pálidos rayos de sol y se sienta justo debajo de mí. Él no me ha visto, no sabe que estoy aquí.
El momento ha llegado. Debo hacerlo ahora, la espera ha terminado. Estoy preparada, él también lo está aunque aún no lo sepa. Es nuestro destino.
Sé que le haré daño, lo sé. Es inevitable. Él me lo perdonará, vosotros me lo agradeceréis.
Balanceo mi cuerpo, fuerte… muy fuerte… más fuerte, me desprendo por fin y caigo con rapidez y por sorpresa sobre la cabeza de Isaac Newton.
En la cercanía estaban observando todo lo que está aconteciendo, de repente se oye: Buena caída y…excelente tentación, no sé si podré resistirme, le daría un buen mordisco o bien pensar en algo que sea de gran utilidad para poder compartir con todas las personas que quisieran y así emprender una nueva andadura.
Sólo me quedaba un capítulo para terminar el libro, y entonces Samuel decidió que había llegado el momento de jugar, o más bien de tenerme entretenida.
“Te he escondido el libro y sólo por eso ya te he dado una pista de donde está”, me dijo y se marchó corriendo a la calle a jugar con los amigos.
Me dirigí a la cocina directamente. Era la última habitación en la que había estado leyendo y Samuel me había seguido hasta allí.
Miré en todos los armarios y moví todas las latas y botes, pero el libro no aparecía por ninguna parte. Abrí el frigorífico con preocupación y saqué todos los manteles….,
Y entonces las ví en su gran cesta de mimbre y me entró hambre. Grandes casi todas, algunas rojas, otras verdes y otras amarillas.
Las amarillas son mis preferidas, no son ácidas, sino más bien arenosas, al morderlas, el trozo se desprende con facilidad y el sabor, hummm, el sabor es ….
“Vaya, mira por donde voy a poder terminar el último capítulo”.
El camino que tenía por delante era difícil.No bien hubo caído desde el gran manzano, rodó por la montaña a gran velocidad, dejándose llevar, descubriendo durante su viaje todo el colorido que le deparaba el paisaje, y conociendo a su vez el ritmo tranquilo y sosegado que supone el trasiego en los pueblos. En este deambular aprendió lo necesario para ella, la veracidad de su existencia era patente desde el primer golpe contra el suelo, cobrando más fuerza con el paso del tiempo.
En la mitología nórdica las manzanas doradas conceden la inmortalidad a los dioses.
Aquel espíritu ayudó a que el pálido reflejo del hombre que fue, abandonase su cuerpo y lo hizo enseñándole una manzana. El que un día fue hombre comprendió que había llegado su momento, había logrado la inmortalidad, su recuerdo quedaría para siempre en la memoria del que alguna vez leyó algo de lo que escribió,..., y marchó feliz.
Al igual que tu, vengo envuelta en papel de celofán y dormitando, ojala mi amo me haga compañera y me deje ver, sin tapujos, a través de sus ojos para siempre y al final, cuando madure, podré soñar cualquier historia.
Se detuvo y miró a su alrededor, nada, la misma interminable y desolada llanura. Este parece un buen sito, pensó. Sacó su navaja y cavó un pequeño agujero al lado del camino. Del bolsillo de su camisa sacó un puñado de semillas. Depositó una en el hoyo y con palmadas cariñosas la cubrió de tierra. Caminó unos pasos y repitió la operación varias veces hasta que su mano quedó vacía. Adios queridas mias, ahora os toca a vosotras, os deseo mucha suerte. Miró hacia atrás, el camino seguía solitario, desolado, interminable, pero él veía una hilera de manzanos verdes y frondosos dando sombra en verano y jugosas manzanas en el otoño, dando cobijo, descanso y consuelo a personas que como él son los parias, los pobres, los desterrados, los que a nadie importan salvo, quizás, a las manzanas.
El inspector jefe Manel Savi se acuclilló sobre el cadáver de la joven para observarlo más de cerca. Mostraba una expresión de placentera tranquilidad, parecía haberse quedado dormida. Savi, como si no quisiera despertarla, apartó con suma delicadeza las manos posadas sobre el pecho.
- El rigor mortis ha desaparecido, esto indica que han transcurrido entre 12 y 36 horas desde la muerte –
Volvió a colocar las manos en su posición, para no alterar la triste, aunque hermosa pose del cadáver sobre la cama. Los carnosos labios de la muchacha brillaban, por el lápiz de labios, con una intensidad sanguínea, sobre la piel blanca como un prado nevado que contrastaba con el ébano rizado de su melena.
- Sin embargo, a pesar del tiempo, no se aprecia lividez postmortem. La blancura de la piel es hermosamente natural – añadió Savi observando la desnudez del cuerpo – verdaderamente parece dormida…-, los ojos del inspector se cristalizaron como observando una extraña idea que se dibujó ante él.
- Chicos buscad una…-
- ¡¡vaya inspector, Mut ha encontrado algo!!- interrumpió el oficial Rondinaire, con habitual tono osco y malhumorado, mientras Mut, el becario, sacaba algo de debajo de la cama entre sus dedos enguantados.
-…manzana – terminó Savi, mientras observaba la roja y arrugada fruta, en la que destacaba un gran mordisco oxidado.
El niño impaciente y la manzana también.
Cuento para pequeñines y mayores.
( Dedicado a mi amiga Reyes.)
Alberto, encantador y simpático, no sabía como mimar más a su abuelo. Roneaba a su alrededor insistiendo con dulzura para que le contara el cuento que le había prometido.
_ ¡ No insistas ¡ . Dije después de cenar , cuando entre en tu cuarto a desearte dulces sueños.
_ No puedo esperar abuelo, cuéntame alguno, ahora por fa…
_ ¡No ¡.Después.
_ Nooo, ahora.
_ ¿ Qué entiendes tú por después, Alberto ¿
_ Ahora, ahora , ahora, ahora, ahora, ….¿sabes porqué , abu ¿. Porque quiero que me lo cuentes ahora y a la noche, porque tus cuentos me encantan.
El abuelo sonrió abiertamente.
Sentía como todo su corazón se derretía. Se le hacía papilla poco a poco. ! Qué digo un corazón fluido, absolutamente líquido ¡
Así que empezó su cuento:
Erase una vez, una manzana , que estaba triste. Era hermosa, brillante, y aparentemente deliciosa. Pero estaba triste . Sólo había que mirarla fijamente durante unos segundos para que su tristeza te invadiera.
¡No puede ser! . Una manzana aparentemente sana , no puede estar triste. ¿Que ocurría entonces? _preguntó el abuelo .
_ Pero, abuelo, ¿qué es una manzana triste ¿
Pues Alberto, la que tiene tanta impaciencia, tanto anhelo , vehemencia e intranquilidad, que no puede esperar a madurar y salta de su árbol antes de tiempo.
La manzana sentía tanta inquietud en su rama que precipitó su caída, no a su debido tiempo, y después, en suelo todo fue desasosiego y zozobra.
Y la manzana se sintió muy triste.
_ ¿ Lo entiendes , Alberto ¿.
El pequeño pensó unos instantes la respuesta y dijo:
_ Sí , abuelo . La próxima vez esperaré que me cuentes los cuentos cuando tú decidas, y nunca, nunca estaré triste.
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