DONDE HABITAN LAS MUJERES (Mujeres
novelistas actuales) Yeyi
Históricamente, las mujeres han sido marginadas en el
campo literario, o relegadas a jugar el papel de musa. Hoy tienen más
visibilidad que nunca, si bien todavía hay los que encasillan sus obras en la
categoría de literatura femenina. Pero, ¿existe la literatura femenina?,
¿escriben igual los hombres y las mujeres? y ¿son las mujeres poseedoras de un
sentimiento especial a la hora de plasmar una historia?
Según palabras de la escritora Ana María Matute: "A
lo mejor la mujer tiene una mirada diferente, pero no acabo de ver muy claro
ese asunto, porque también la literatura es una, me da igual que esté escrita
por un hombre que por una mujer. Hay libros buenos y libros malos, punto".
Es posible, que en la actualidad la escritura femenina con los logros sociales
conseguidos por las mujeres, sea cada vez más parecida a la literatura
masculina, pero evidentemente no ha sido así a lo largo de los siglos
anteriores.
La sociedad
educaba a la mujer para desempeñar papeles eminentemente pasivos: casamiento,
gestación, parto, lactancia. La actividad femenina consistía en recibir y
aceptar. Hechos estos muy distintos a la decisión personal de ponerse a
escribir, escoger el tema, el género, decidir y elegir.
Como primera
representante de la literatura femenina contemporánea, me gustaría dar a
conocer a Angela Figuera Aymerich, a la que he tenido acceso recientemente. Un
personaje que me ha fascinado no solo por como escribe sino también por su
trayectoria vital. A la poesía siempre me ha costado trabajo acceder, pero esta
autora es tan sencilla en sus planteamientos y tan directa con su contenido que
resulta difícil sustraerse a ella, y creo que es una gran exponente de lo diferente que puede llegar a ser la forma de
escribir de las mujeres.
ANGELA FIGUERA AYMERICH (Bilbao, 1902-Madrid, 1984) Ángela Figuera es la gran
voz femenina de la denominada «poesía social»
Profesora de lengua y
literatura en enseñanzas medias, en 1932 contrae matrimonio con el ingeniero
Julio Figuera Andú y es destinada en el Instituto de Educación Secundaria de
Huelva. La Guerra Civil les atrapa en Madrid. Julio, de ideología socialista,
se alista en el bando republicano. El 30 de diciembre de 1936 nace su único
hijo, Juan Ramón, en medio de un bombardeo. En febrero de 1937 todos son
evacuados a Valencia y poco después es destinada al Instituto de Alcoy.
Finalizada la guerra, perdió su título universitario por haber apoyado al bando
republicano, y al igual que el resto de la familia, quedó literalmente en la
calle, sin trabajo ni bienes. La familia Figuera entonces decidió trasladarse a
Madrid, en el convencimiento de que allí pasarían más fácilmente desapercibidos
y podrían salir adelante. Los primeros años de la posguerra fueron
especialmente duros para los derrotados; el caso de Ángela Figuera no fue una
excepción. Sin embargo, poco a poco fueron recuperándose y encontrando un nuevo
equilibrio familiar. En este contexto, Ángela vuelve a retomar una de sus aficiones
juveniles: escribir. En 1948, animada por su esposo Julio, publica su primer
libro, Mujer de barro; un año más
tarde aparece Soria pura. Se trata de
una poesía simbolista que pronto deja paso a lo que ella llamaría etapa
preocupada en la que la escritora conecta con los grandes problemas de la
sociedad contemporánea: el absurdo de la existencia, la falta de libertad, la
miseria, la guerra. En 1952 empieza a trabajar en la Biblioteca Nacional de
Madrid, y algún tiempo más tarde se incorpora al servicio de “bibliobuses” de
la misma que trataba de acercar la cultura a los barrios marginales y
periféricos de Madrid. A lo largo de todos estos años Ángela actúa como una
intelectual disidente, crítica con el franquismo, que no duda en publicar en el
extranjero cuando considera que la censura no se lo iba a permitir en el
interior. Así se publica en 1958 en México Belleza
cruel, libro que merecerá un prólogo del poeta exiliado León Felipe. En
1961 se reúne con su esposo en Avilés, donde Julio Figuera trabajaba como
ingeniero. Este hecho la alejará definitivamente del mundo literario. En 1966
visita la Unión Soviética y en 1969, México. Con la jubilación del marido en
1971 el matrimonio se traslada de nuevo a Madrid. En esos años la escritora se
siente cansada; considera que no es capaz sino de reiterar una y otra vez sus
mensajes. Al mismo tiempo se muestra muy crítica con la forma en la que se está
llevando el proceso de la llamada transición política. Finalmente, tras varios
meses de convalecencia muere el 2 de abril de 1984. Sus Obras completas se publicaron póstumas en 1986.
Su poesía fue considerada
«tremendista». Sin embargo, si destaca un tema en su obra fue el de la
maternidad, su obra tiene una visión del mundo marcada por su perspectiva de
madre y mujer, que se contempla de una forma no idealizada y con rebeldía
típicamente feminista, aspecto en el que cabe buscar su originalidad. La mujer
es vista como esposa y madre de familia, pero a la vez como sujeto activo del
cambio social. Después de una etapa en la poesía desarraigada claramente
existencialista, pasó a la poesía social en colaboración con poetas como
Gabriel Celaya y de Blas de Otero,su lenguaje es sencillo, tratando siempre de
que su mensaje llegue a las gentes. Recibió los elogios de Juan Ramón Jiménez,
León Felipe, o Pablo Neruda entre otros.
NO QUIERO
No quiero
que los besos
se paguen
ni la sangre se
venda
ni se compre la
brisa
ni se alquile
al aliento.
No quiero
que el trigo se
queme y el pan se escatime.
No quiero
que haya frío
en las casas,
que haya miedo
en las calles,
que haya rabia
en los ojos.
No quiero
que en los
labios se encierren mentiras,
que en las
arcas se encierren millones,
que en la
cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
que el labriego
trabaje sin agua,
que el marino
navegue sin brújula,
que en la
fábrica no haya azucenas,
que en la mina
no vean la aurora,
que en la
escuela no ría el maestro.
No quiero
que las madres
no tengan perfumes,
que las mozas
no tengan amores,
que los padres
no tengan tabaco,
que a los niños
les pongan los Reyes camisetas de punto y cuadernos.
No quiero
que la tierra
se parta en porciones,
que en el mar
se establezcan dominios,
que en el aire
se agiten banderas,
que en los
trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo
desfile,
que los hijos
de madre desfilen
con fusil y con
muerte en el hombro;
que jamás se
disparen fusiles,
que jamás se
fabriquen fusiles.
No quiero
que me manden
Fulano y Mengano
que me fisgue
el vecino de enfrente,
que me pongan
carteles y sellos,
que decreten lo
que es poesía.
No quiero
amar en
secreto,
llorar en
secreto,
cantar en
secreto.
No quiero
que me tapen la
boca
cuando digo NO
QUIERO.
1 comentarios:
Muy bueno este ¿poema? más bien es un grito de guerra. Estupenda la intención y como está expresada. Gracias Reyes por darnos a conocer a esta escritora.
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