Alejandría siglo V, en la
piscina del antiguo templo de Isis aparece el cadáver de Epiménides el
secretario del venerable Hilario un religioso de talante conciliador muy respetado
por sus buenas obras. El gobernador de la ciudad, el óptimo duque Demeas, tiene
la obligación de investigar esta muerte y de mantener el orden alterado
continuamente por las revueltas de los cristianos alentados desde el púlpito
por el obispo Cirilo.
La ilustre Hipatia
Teónida, directora de la Biblioteca y objeto del odio de los cristianos,
solicita del duque que resuelva este crimen, Epiménides estaba investigando en
la Biblioteca libros heréticos y, por supuesto, Cirilo la culpa a ella de su
asesinato. Pero el óptimo Demeas no está por la labor, sus días y noches son
para llorar la muerte de su esposa entre vapores de vino y jugo de amapola. La
llegada del joven Pólux Poncio, un muy recomendado funcionario en prácticas, su
insistencia de mosca cojonera, que continúan apareciendo ciudadanos asesinados
y que el excelentísimo prefecto de Egipto lo llama a capítulo, obligan a Demeas
a tomarse la investigación en serio.
Novela muy interesante,
trama adictiva, crímenes misteriosos, un narrador oculto, personajes muy bien
construidos, las calles de Alejandría y una biblioteca que es un personaje más,
su arquitectura, el mito de su construcción y los tesoros que guarda en su
laberíntico interior.
Pero eso no es todo, Luis
Manuel Ruiz nos regala un amplio vocabulario, una prosa ágil y erudita, a ratos humorística. Su formación
como filósofo y bibliófilo está presente en toda la novela pero no estorba, no
cansa, está muy bien pues añade profundidad a lo que, en otros autores se
limitaría a la trama histórica.
Y un valor añadido:
Hipatia no es la protagonista.
Luis Manuel Ruiz (Sevilla, 1973) compagina su labor como profesor de
Filosofía con la colaboración en diversos medios de prensa, entre ellos el
diario El País. Su primera
novela, El criterio de las moscas
(Alfaguara, 1998) consiguió el Premio Novela Corta de la Universidad de
Sevilla. Y la segunda, Sólo una cosa
no hay (Alfaguara, 2000), recibió en la Feria de Frankfurt de 2001 el
Premio Internacional de Novela, con un jurado compuesto por seis prestigiosas
editoriales de todo el mundo. También en Alfaguara ha publicado Obertura francesa (2002), La habitación de cristal
(2004), El ojo del halcón
(2007) y Tormenta sobre Alejandría
(2009). En 2010 recibió el Premio Iberoamericano "Cortes de Cádiz" al
mejor libro de relatos por Sesión Continua
(Algaida, 2010). Sus obras han sido traducidas a varios idiomas.
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