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jueves, 29 de octubre de 2009

La elegancia del erizo - Muriel Barbery


En el número 7 de la Rue Grenelle, un inmueble burgués de París, nada es lo que parece. Paloma, una solitaria niña de doce años, y Renée, la inteligente portera, esconden un secreto. La llegada de un hombre misterioso propiciará el encuentro de estas dos almas gemelas. Juntas, descubrirán la belleza de las pequeñas cosas, invocarán la magia de los placeres efímeros e inventarán un mundo mejor.

6 comentarios:

Sales dijo...

Me costó un poquito cogerle el punto a este libro. En las primeras páginas le veía un estilo un poco sobrecargado, pero a medida que avanzaba en la lectura y me acostumbré al lenguaje de la autora, no siempre fácil de entender y a veces un pelín complicado, me encontré con una novela ágil, divertida e irónica, que sabe transmitir con inteligencia y humor la hipocresía existente en la sociedad francesa, como en cualquier otra, respecto a la diferencia de clases sociales.
Renée se refugia tras el muro de su portería bajo la apariencia de una persona anodina e inculta, que al fin y al cabo es lo que se espera de una portera, que acepta su condición como tal, quizá por ser consciente de su incapacidad para cambiarla, cuando en realidad es una autodidacta con muchas lecturas a cuestas y mucha sabiduría encima, que dedica su tiempo libre a saborear aquello que de verdad la llena y la satisface: las charlas con su única amiga Manuela, sus libros, su música, su gusto casi obsesivo por las películas japonesas y su ansia insaciable de conocimiento.
Los habitantes del inmueble, todos ellos familias adineradas y de gran posición social, son completamente ajenos a su presencia, situación que ella intenta fomentar por todos los medios, pues lo que menos desea es que sus inquietudes culturales y espirituales sean descubiertas. No es políticamente correcto que una portera de cincuenta y cuatro años, bajita, fea y con juanetes, sepa más sobre Marx , Proust y Kant que todas las mente preclaras que habitan el edificio. Pero uno de estos habitantes sabe ver más allá de todos los convencionalismos sociales establecidos por las dos partes y logra descubrir el gran secreto que se esconde detrás de Renée. Se trata de Paloma, una niña rica de doce años que posee una inteligencia fuera de lo normal y que, al igual que nuestra portera, intenta por todos los medios pasar desapercibida para que la dejen en paz. Porque Paloma tiene un gran problema existencial, odia a todo el mundo, en especial a su familia y llega a la conclusión de que la vida es una mierda: “nadie parece haber caído en la cuenta de que si la existencia es absurda, lograr en ella un éxito brillante no tiene más valor que fracasar por completo”. Así que Paloma, hastiada de su familia burguesa y de tanto sicoanálisis, decide suicidarse el día que cumpla trece años, discretamente, eso sí, pero no antes de haber prendido fuego a su casa y dejar como legado un cuaderno de ideas profundas y un diario del movimiento del mundo. Paloma y Renée se reconocen mutuamente en sus soledades e intentan confortarse juntas en una amistad pausada y sin dobleces.
La entrada en escena del singular personaje del Señor Ozu hace temblar los cimientos de la tranquila vida de estos dos personajes. A Paloma le gusta su filosofía de vida, es la única persona adulta que la trata como a un igual y, como ella, sabe ver más allá de las apariencias. A Renée la hará enfrentarse a situaciones hasta ahora impensables e insoñables para ella, la desafiará a tomar decisiones que podrían cambiar para siempre su existencia. Ella tiene una fuerte personalidad y toda la valentía necesaria para nadar contra corriente. Pero… ¿es posible la amistad entre clases sociales tan distantes? ¿Qué pasa si uno no se queda en el lugar que le corresponde? ¿Quiere ella realmente enfrentarse a ese dilema?
Hay quien piensa que el personaje de Renée resulta poco real , que nadie se puede creer que exista una persona que mientras sostiene una cazuela con una mano, sostiene un libro de Tolstoi en la otra y al mismo tiempo escucha a Mozart ¿cómo que no?, yo conozco a más de una os lo puedo asegurar.
Mención especial para el personaje de Manuela, la asistenta portuguesa, única amiga de Renée a la que ésta ve como una verdadera aristócrata “¿Qué es una aristócrata? Una mujer a la que la vulgaridad no alcanza pese a acecharla por todas partes”.

Me ha parecido una obra deliciosa, ternura derrochada a raudales para no dejarnos caer en la desesperanza.

Unknown dijo...

El inicio del libro me pareció soporífero. Dos protagonistas: una portera, inteligente, con inquietudes y unas ganas descontroladas de saber y de aprender, que se empeña por sistema por parecer tonta ante los demás. ¡A mi que me lo expliquen!. No le veía la lógica por ningún lado.
Una niña de doce años, extremadamente inteligente, a la que todo le parece tan absurdo, tan sin sentido y sin posibilidades de cambio, que decide suicidarse. Me parece un personaje muy poco creible.
Las comeduras de coco de las dos protagonistas me dejan anonadada. Me parece un libro al menos en sus inicios con demasiada introspección y se hace pesado.
Menos mal que en la página 57, conocemos al Sr. Kakuro Ozu, y la historia empieza a mejorar y entre otras cosas nos enteramos del porque de los miedos y complejos de las dos protagonistas y el porqué del título del libro, y entonces se empieza a comprender.
Lo mejor una serie de frases con mucho significado de lo que pongo algunos ejemplos: "¡Destruirlo todo para luego volver a construirlo!","Por mucho que yo sepa que el mundo es feo no tengo ganas de verlo","Tengan sólo una amiga pero elíjanla bien", "Una camelia puede cambiar el destino".
Reneé, la portera, encuentra en el Sr. Ozu, a su alma gemela (no hablo de sentimientos románticos, si no de esa persona con la que se está a gusto y con la que se comparten aficiones y opiniones).
Paloma la niña, de la que hasta la págin 106 no llegamos a conocer el nombre, decide que Reneé ha encontrado un buen escondite y empieza a mirarla con otros ojos descubriendo su gran secreto.
Al final de la novela es cuando las dos protagonístas consiguen encontrar un sentido real a sus vidas y se sienten satisfechas.
Un dato curioso es que tanto Paloma como su hermana tienen el mismo nombre solo que en distinto idioma. Paloma y Colombe.

yeyi dijo...

Quizá llegué a este libro con demasiada ilusión, había leído muy buenas críticas y me hice con él antes de que fuese el libro propuesto por el club y al leer la contraportada me fascinó la historia que pretendía contar, dos personas muy inteligentes pero que no quieren revelar al resto del mundo como son y un tercer personaje al que conocerían y les haría ver la vida de una forma diferente,... Pero empecé a leer, y a leer, y se me hizo tedioso como pocos. Me encontré con una portera que huye no se sabe por qué y con una niña repelente que odia al resto del mundo, y todo ello en medio de una forma de escribir pomposa y retórica. La novela solo consiguió capturar mi atención en los momentos en que aparece Manuela y el Sr. Ozú, pero son breves y cuando parece que va a alzar el vuelo, zás. una furgoneta y todo acaba. Se que la vida es así, dura y que te machaca cuando todo parece que va a ir bien, pero no tenía ganas de tanta realidad, podía dejar que la portera viviese un poco de ilusión en su vida y yo en esta novela.

Maria Luz dijo...

La elegancia del erizo de Muriel Barbery

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con un libro. Me enganchó desde el principio, por las dos protagonistas, la señora Michael, (Renée) que lee a Tolstoi y escucha a Mozart en la clandestinidad, con su tapadera de portera al uso en una gran casa burguesa, Paloma, la niña de doce años que ya ha descubierto su “anormalidad”: es inteligente, receptiva y sensible, pecados imperdonables y por el estilo, ligero, humorístico, pero lanzando verdades y haciéndonos pensar.

La historia se cuenta en primera persona a dos voces, son los diarios de Renée y de Paloma, es interesante como coinciden los dos puntos de vista a pesar de las diferencias de edad y de condición social, a veces opinan sobre los mismos acontecimientos que ocurren en la comunidad, aunque hasta casi al final del libro no se reconocen como clandestinas unidas por el rechazo a lo inusual.

Renée lleva toda su vida ocultando su ansia de aprender, su sensibilidad por la belleza, su inteligencia. Nació pobre y decidió no luchar para cambiar su status, se refugió en su apariencia: pobre, bajita, gruesa, portera…, y en su habitación del fondo de la portería donde puede ser de verdad ella misma. Su voz es mordaz y certera describiendo a los habitantes de la casa, tierna cuando habla de su marido y de su amiga Manuela (aristócrata fregona, magnífico personaje) emocionante cuando describe el arte, la belleza…

Paloma también se oculta, no quiere que su familia conozca su inteligencia pues sabe que no la dejarán en paz, es tan lúcida que no puede soportar la vida que cree que le espera, como ella dice “la pecera”, la vida que llevan sus padres, su hermana y los demás adultos que conoce, no está dispuesta a luchar por cambiar ese futuro y no ve otra salida más que el suicidio que ya ha programado para una fecha, es una niña, todavía no tiene empatía por los demás, su voz es soberbia y despreciativa.

En la historia aparece un personaje que pervierte el orden establecido, el señor Kakuro Ozú, un rico japonés que mira a través del disfraz de la portera y ve a la verdadera Renée y que habla con Paloma como nadie ha hablado: de persona a persona. Es él quien las une, el que las pone en contacto. Creo que con el tiempo ayudará a Paloma a encontrar esa empatía y compasión por los demás.

Si la historia y los personajes me han gustado, el estilo de la escritura me ha encantado, he disfrutado de cada momento del humor inteligente y un poco canalla de las descripciones y situaciones que te obliga a sonreir y a ratos a reir abiertamente, de los juegos de palabras, (a Renée se le olvida darle de comer a su gato León: “desde entonces es el reproche mudo felinificado”) de los momentos de reflexión en los que te dices pues si esto es, lleva razón…

Y el final es redondo. No se puede pedir más.

margarita dijo...

Lectura aburrida, con una narrativa adornada en exceso que cuesta seguir y que estuve a punto de abandonar en repetidas ocasiones. Dos protagonistas claves en esta novela :Rennée,”La señora Michel”, una portera de un edificio de la alta burguesía que oculta su inteligencia y sus aficiones literarias y culturales y una niña de doce años Paloma, superinteligente y vecina del edificio , asqueada de la vida y dispuesta a suicidarse y quemar su casa. Ambas se conocen y conectan, son almas gemelas.
Otro personaje entrañable es Manuela, una limpiadora de refinamiento exquisito y amiga de Renée.
Un nuevo vecino, un rico japonés sin aires de grandeza, el señor Ozú, es el personaje más tierno y normal de la novela, éste, si sabe ver el valor de las personas, independientemente de la clase social a la que pertenezca y descubre el secreto de Renée y es entonces cuando la novela empieza a ponerse interesante.
Renée hace una sátira de la aristocracia, (los inquilinos) enfatizando todo lo criticable pero con dosis de vanidad, tanto ella como Paloma; ellas son tan inteligentes que engañan al mundo, o pretenden engañarlo, una refugiándose en la portería con miedo a ser descubierta y la otra en sí misma y gracias al señor Ozú personaje clave para las dos tratando a Paloma como adulta le da otro sentido a su vida y a Renée ,con la que conecta a la perfección, la hace salir de su coraza poco a poco .
Un detalle curioso es el final de la señora Michel, atropellada por una furgoneta de la lavandería de la que sustrajo dos vestidos, casualidad o castigo.
Este final me descolocó pero Paloma comprende al fin que ese sufrir y el no encontrar el sentido de la vida, que la motivaba al suicidio, era la incapacidad de poder ayudar a los otros, de ser útil y no aprendió su importancia hasta que no perdió a un ser querido.

mª carmen dijo...

Empezaré diciendo, que el libro en si es un poco insulso, aburrido. Particularmente a mi el libro no me ha gustado.
Voy con el comentario: creo que son dos personajes importantes en la novela, uno es una portera que vive en Paris en un edificio de familias ricas. Renée que es el nombre de la portera y que aparenta ser lo que no es, ya que es una persona muy inteligente pero con unos pensamientos y unos actos raros para aparentar lo que no es y con una sola amiga, Manuela que es una lusitana encantadora.
Paloma, la niña de 12 años, vive en el mismo edificio y como cualquier chica adolescente, se siente superior a todos, y como es natural no esta de acuerdo con las cosas de su familia, los odia. La portera, me parece un poco prepotente en algunos momentos.
El libro, parece que se anima en el momento que aparece el nuevo inquilino, el Sr. OZU, que gracias a su inteligencia y a la transparencia que le transmite la portera, tras un breve encuentro casual, intuye conocerla. Al igual que a Paloma, que tras su encuentro en el ascensor, ve en ambas, como a dos personas que tienen el mismo sentido critico sobre las cosas
Cuando parece que la novela empieza a coger un poco de ritmo con el Trío Ozu, Renée y Paloma, cual es mi asombro, al creer que la Señora Michel está placenteramente en su sofá frente al televisor con su gato León. Cuando la realidad no es otra, que la de encontrase tirada en la acera, pasándole la vida por su mente en un breve espacio de tiempo, motivada por el atropello de una furgoneta de la tintorería .
En síntesis, me ha decepcionado la novela tratada en cuestión.

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