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miércoles, 7 de abril de 2010

LA NIÑA QUE AMABA LAS CERILLAS- Gaétan Soucy

PROPUESTAS DE LECTORES (Sales)


Realmente no sé por donde empezar con esta historia. A pesar de tener sólo 158 páginas se me hace un poco difícil contarla.
El narrador de este relato es un adolescente de edad incierta que ha vivido toda su vida entre una mísera cocina y un cobertizo de madera que se cae a pedazos en un decrépito caserón, aislado completamente del mundo exterior, con la sola compañía de sus libros de Spinoza, su hermano, su fanático padre, ex sacerdote, que los tiene sometidos a una férrea y demencial disciplina religiosa, y del Justo Castigo, del que no puedo comentar nada para no fastidiar la historia.
Cuando una mañana los hermanos descubren el cadáver del padre colgando de una viga del techo su universo se desmorona. Su muerte supone para ellos el desamparo total: “Mi hermano y yo necesitábamos órdenes para no  borrarnos por trozos, era nuestro mortero. Sin papá nada sabíamos hacer. Apenas podíamos vacilar, existir, temer, sufrir.”
A través de la historia que nos cuenta el muchacho, que se hace llamar a sí mismo secretario, por ser el encargado de escribir a diario en el libro mágico de la familia, se nos muestra la terrible historia de un hombre perturbado que ha creado para sus hijos un mundo inverosímil, del todo disparatado, donde a las mujeres se les da el nombre genérico de putas y santas vírgenes, dependiendo del caso, aunque el secretario no sabe donde está la diferencia puesto que nunca ha visto un espécimen de ninguna de las dos, donde la única forma de redención es la penitencia física, donde las palizas expiatorias están a la orden del día, donde nuestro protagonista descubre después de su primer encuentro con el “prójimo semejante” que es una mujer, y no un hombre que ha perdido los cojones como él pensaba, donde él (o ella) tiene que reconstruirse todo un universo de manera intuitiva.
Sin embargo esta historia que parece terriblemente oscura y deprimente, capaz de poner los pelos de punta a cualquiera, se convierte en un relato fascinante gracias al deslumbrante lenguaje con que está escrita, una prosa dura, radical, severa, descarnada, irreverente, por momentos poética y a veces un poco jocosa (¿cómo puedo reírme de cosas tan serias?)
Me decidí a leer esta novela a raíz de una mala, malísima crítica que escuché el otro día de boca de un conocido, “no se te ocurra leerla, no la entenderías, es una verdadera aberración”, me dijo. Conociendo sus gustos literarios, tiempo me faltó para salir a buscarla. Y debo reconocer que tengo que darle la razón respecto al calificativo (según la RAE aberrante es aquello que se desvía o aparta de lo normal o usual), la novela me ha parecido una sutil y refinada aberración para mi intelecto.
Si alguien la ha leído o si tenéis oportunidad y ganas de hacerlo, por favor hacedme saber vuestra opinión, para poder determinar si soy un bicho raro o es que simplemente me estoy volviendo majara, que es la opinión que éste que no me la recomendó tiene ahora de mí después de escuchar mi argumentación sobre la novela.

5 comentarios:

Maria Luz dijo...

Sales, después de tu entrada estoy deseando leer este libro. Ya lo he reservado en la biblioteca. Prometo comentario. Salud

Maria Luz dijo...

Pues sí estoy de acuerdo en la acepción de aberrante para este libro, por la historia y por la manera de contarla, pero es que los humanos somos aberrantes, nos falta el canto de un duro para pasar al lado oscuro, lo llevamos dentro en nuestro arcaico, pequeño y escondido cerebro de reptil. El padre de esta historia cae en el abismo y arrastra a sus hijos con él. Vive en el infierno apartado del resto de las personas, sus hijos no han visto otros "semejantes" (y a escondidas del padre), que las contadas personas con las que el padre tiene un trato de lo más extraño. Cuando el padre muere el mundo sufre un cataclismo, "Mientras padre existía de este lado de las cosas la vida del mundo tenía por lo menos un sentido".
La otra "aberración" del libro es el estilo. Sería de lo más interesante poder leerlo en el idioma original. Está escrito en primera persona por uno de los hijos, el llamado el secretario, que es el que ha leído los libros de la biblioteca de la casa. El estilo gramatical de las frases recuerda a siglos pasados, parece que su aprendizaje de leer y escribir se hizo sobre libros antiguos "Os ruego me creáis, si es que se entiende lo que quiero decir", me parece un acierto y un despliegue de arte por parte del escritor. Es un libro absorbente que no te deja respiro, cuando crees que ya ha tocado fondo, el horror da otra vuelta de tuerca y te golpea con más. Avanzas en la lectura y se te va mostrando el infierno, el desamparo, la lógica aberrante de un hombre que marcó a sus hijos con la culpa del "Justo Castigo" Muy bueno Gaétan Soucy, dan ganas de leer más cosas de este escritor.

yeyi dijo...

Gaétan Soucy ha escrito un libro realmente duro, un microuniverso creado por un padre para sus hijos en el que los castigos corporales y el maltrato son prácticas habituales.
El protagonista, el secretario, llega a atisbar como es el mundo que lo rodea, como son sus semejantes, e incluso como es el amor, pero es tan solo un ligero roce.
Su mundo se desmorona en el momento en que su padre muere, queda sin razón para existir, es mejor el terror diario a la sinrazón en que se va a convertir su vida.
Y entre tanto horror, la única nota de ternura curiosamente la proporciona "el justo castigo"
Un libro totalmente recomendable pero cuya mejor descripción es, tal y como decía Sales, aberrante.

Anónimo dijo...

Yo acabo de terminarla y me ha fascinado, es deslumbrante, un inquietud rompedora.

Maite dijo...

Estoy de acuerdo con el calificativo de aberrante, según la RAE, pero tambien subyugante, inquietante e imposible de abandonar.
Su prosa es dificil y a veces irritante, pero reconozco que no de de factura sencilla .
El final me ha parecido de una ternura y esperanza excepcional, dentro de los límites de la historia, lástima no poder dar detalles para no destripar el libro.
Tengo curiosidad por saber de qué mente puede salir una historia como esta, habrá que seguir al autor.
Me permito recomendar otro magnífico libro, duro y descarnado pero genial:
INTEMPERIE de Jesús Carrasco.

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