1º CICLO DE ÉPOCA DEL CLUB DE LA MANZANA

LA GRAN DEPRESIÓN AMERICANA

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17 de enero: De ratones y hombres de John Steinbeck
El Villorio de William Faulkner
¿Acaso no matan a los caballos? de Horace Mc Coy


Club Social de Aljarasol en Mairena del Aljarafe, Avda. de la Constitución a las 19:00.

lunes, 26 de abril de 2010

LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES ALARGADA - Miguel Delibes.

El protagonista de esta novela, es un niño. Pedro, huérfano desde la infancia, va a parar a Ávila para su educación, al hogar sombrío de don Mateo Lesmes, que le inculcará la creencia de que para ser feliz hay que evitar toda relación con el mundo, toda emoción o afecto. Sólo la vitalidad de la juventud podrá hacerle superar este pesimismo inculcado. Sin embargo, los acontecimientos parecen obligarle a recordar lo aprendido... 


7 comentarios:

mª carmen dijo...

La novela cuenta en primera persona, la historia de un niño huérfano, llamado Pedro. Su tío que es la única familia que le queda, le encarga su educación al Sr Mateo, que residía en Ávila y que tiene una forma muy particular de educar, tratando de inculcarle que renunciando a la felicidad, evitaría el sufrimiento de la perdida de las personas queridas.
El tema central del libro es la muerte y los pensamientos tan inhóspitos y excéntricos de Pedro.
En síntesis, creo que no es uno de los mejores libros de Delibes.

Sales dijo...

Esta novela es ante todo una profunda reflexión sobre el sentido de la existencia humana y de los dos caminos que existen para escapar del sufrimiento que la sempiterna e ineludible muerte nos depara siempre. El primero es el camino de la aceptación del final como algo inevitable y tomar de la vida todo lo bueno que se nos dé sin que nos importe que llegado el momento la muerte nos arrebate todo aquello que amamos. El otro camino supone la renuncia, el desapego, aspirar a poco para poseer poco y de esta manera no tener que sufrir por las inevitables pérdidas.
Es con esta segunda opción de filosofía del desapego con la que se encuentra Pedro a la edad de diez años cuando va a vivir a casa de Don Mateo para completar sus estudios. Don Mateo es un personaje abúlico, pesimista y angustiado, un hombre sin ilusiones, de reglas fijas e inmóviles (tan inmóviles como las piedras y murallas que conforman la cuidad de Ávila, que es casi un personaje más dentro de la historia) y de mezquinos horizontes. Su mujer Doña Gregoria es una persona seca, desconfiada, cotilla y manipuladora.
Bajo esta atmósfera gris y oprimente Pedro, en principio un niño optimista y alegre, pasa su tiempo entre estudios, juegos y largas conversaciones con su tan querido y único amigo Alfredo, un niño enfermizo y débil, con una visión muy particular y un tanto resignada sobre la vida. La temprana muerte de Alfredo supone para Pedro una traumática pérdida que le llevará a enfrentarse a una gran crisis existencial. Desde ese momento decide aceptar por principios el desapego y la renuncia a cualquier relación humana para no volver a sufrir.
Así Pedro, ya adulto, se convierte en un ser complejo con una tendencia obsesiva al aislamiento, retraído, antisocial, inmerso en una continua crisis emocional por no volver a amar nunca más. De pronto conoce a Jane, una joven americana que tiene una concepción de la vida totalmente distinta a la suya. Este amor que siente por ella, lejos de estimularlo espiritualmente, lo sume aún más en una compleja lucha interna por mantenerse fiel a sus principios ¡Qué hombre más conflictivo, complicado y egoísta por dios!
Puedo asegurar que ninguna de las obras de Delibes que he leído me haya parecido un derroche de cascabeles y alegrías, pero ésta se lleva la palma en cuanto a tristeza pesimismo y muerte, cuya sombra planea de continuo en todas y cada una de las reflexiones del protagonista y de la mayoría del resto de personajes.
Me ha resultado bastante difícil de leer, sobre todo el segundo libro que, y que me perdonen los entendidos en la materia, se me ha hecho infumable.


P.D. ¡! Bien por Carmen, esta vez ha sido la primera!!

yeyi dijo...

Cuando el club escogió una novela de Delibes para su reunión me sentí muy feliz, porque era un autor que me gustaba especialmente. Las obras que había leído suyas, aún teniendo un trasfondo trágico, haciendo del dolor y la muerte,sus temas favoritos, habían contribuido a convertirme en lectora y a deleitarme con ellas. Sufrí con la injusticia en Los Santos Inocentes, y en Las Ratas, me divertí con El Principe Destronado (aunque apuntaba el sentimiento trágico del niño que pierde su condición del pequeño de la casa), y me encantó el cinismo de Cinco Horas con Mario.
Pero no esperaba una obra tan oscura, tan trágica, y sobre todo tan pesimista como esta. Fue su primera novela y se nota (a pesar de que ya tiene apuntes de su maestría en su estilo), pero también se nota que pertenece a una época de posguerra, un momento muy definido en el que la sociedad española vive aún con una carga de desesperanza muy dura de sobrellevar. Pero también está imbuido del sentimiento trágico de la vida de Unamuno y de la amargura y dolor de Pío Baroja.
En definitiva, me ha resultado muy difícil y duro de leer (aunque tiene pasajes geniales como la descripción del velatorio), me he encontrado con personajes muy planos que no me dicen nada, con un protagonista que quiere pasar por la vida sin dejar huella de su presencia para evitarse el sufrimiento (y ni aún así puede evitarlo), y con diálogos cargantes y barrocos (especialmente en la segunda parte).
¡Lo siento Sr. Delibes!, me hubiese encantado poder decir que me encantó esta novela pero no es así, pero no pienso renunciar a seguir leyéndolo, y ahora voy a por El Hereje.

Unknown dijo...

Quiero empezar este comentario en primer lugar asegurando que Miguel Delibes me parece un gran autor. Todas las obras que he leído de él exceptuando ésta me han gustado mucho, especialmente "Los santos inocentes" y "Cinco horas con Mario", esta última más que ninguna. No se puede decir que las obras de Delibes sean una fuente de optimismo, pero tiene una forma de narrar, de contar los hechos que se suceden en sus novelas que te llena y te hacen vivir la historia como uno de sus protagonístas.
La novela que nos ocupa al igual que todas las demás no es optimista, pero no consigue llenarte como ocurre con el resto de su obra. Esta novela sólo habla de soledad, de tristeza, de pocas ganas de todo,... de vivir, de conocer, de experimentar. El protagonista es deprimente de principio a fín, la historia no profundiza en ninguno de sus personajes. Las historias parecen estar cojas, no terminan de encajar y quitando a Don Mateo y a Alfredo el resto de los personajes no llegan a demostrar una personalidad completa. Pedro vive toda su historia casi como un espectador, sobre todo desde la muerte de su amigo Alfredo, sólo se deja llevar por lo que considera menos complicado o menos dañino para sus planes.
Lo único que se salva de esta novela son las frases de Don Mateo y de Alfredo. En algunos casos tan filosóficas como cuando habla Don Mateo aunque teniendo en cuenta que son sentencias derrotistas y lapidarias y de una verdad tan lógica como cuando las expresa Alfredo.

Juana dijo...

La filosofía del pesimismo aplicada en sus últimas consecuencias tiene en este libro un ejemplo claro. Creo profundamente que está en la naturaleza humana la postura contraria: la esperanza. El argumento nos presenta a Pedro como un niño huérfano, educado por el maestro Mateo en el seno de su agria familia. No es el ambiente más acogedor para un niño: rígidez, normas y falta de espontaneidad y afecto. Sólo la perrita puede alegrar un poco la monotonía de los días hasta que el niño Alfredo se incorpora a la familia. Por primera vez conocerá Pedro la alegría de la amistad y el cariño. Pero la efímera vida de Alfredo se consume y su muerte deja un hondo vacío en el corazón de Pedro. Las circunstancias y la "filosofía del desapego" que D. Mateo le inculca desde que vive en su casa hierven en la cabeza de Pedro hasta consolidar unos prinicpios básicos para vivir esta vida sin volver a sufrir nuevas pérdidas: nada se pierde si nada tienes. Así será su vida, excluyendo cualquier apego por las personas o por las cosas. Decidido a buscar la soledad se hace marino. Pero al conocer a Jane y enamorarse sus principios se tambalean. Huir de ella es la solución. Una solución dolorosa que le enfermará. Su compañero Luís Bolea está empeñado en hacerle ver que la vida hay que vivirla, no huir de ella, y le invita a reposar en su casa con su familia. La estancia le proporciona paz y nuevas vacilaciones en sus principios. Así vuelve a América donde encuentra a Jane y le declara su amor. Meses después su mujer y el niño que espera mueren en trágicas circunstancias como una burla grotesca al atrevimiento a infligir sus propias normas. De nuevo el dolor se ceba en el protagonista y ya de manera irreparable donde antes brilló una esperanza se afianza ahora el hermetismo y los mismos principios de los que quiso huir.
Con un estilo florido y afirmaciones contundentes, Miguel Delibes nos presenta una historia muy triste y por ello poco agradable de leer. Contrasta la historia de pesimismo con una vivaz descripción de la ciudad de Ávila, yo diría que apasionada. Me ha llamado la atención este contraste donde el escenario es realzado con maestría.

Maria Luz dijo...

¿El cenizo nace o se hace? Pedro, el protagonista de esta novela, tiene todos los papeles para ser un triste: nacido en Ávila, huérfano, nada conoce de sus padres excepto sus nombres, bajo la tutela de un tio al que estorba y que con diez años se lo quita de encima poniéndolo de pupilo en casa de Don Mateo, un señor siempre vestido de negro, con unas particulares ideas sobre pedagogía y una filosofía de la vida en la que prima la renuncia a todo sentimiento, pues si nada quieres no sufrirás si lo pierdes. La casa de Don Mateo se completa con su esposa Doña Gregoria una mujer seca y su hija Martina, una niña de pañales, una pecera con dos peces y una perrita. Martina, los peces y la perrita son los únicos seres en esa casa que de verdad viven. Pedro se adapta pues esa vida le va bien., pero aparece Alfredo, otro niño que le sobra a alguien, en esta ocasión a su madre viuda que parece está con “un hombre” al que estorba el pobre niño.
Alfredo y Pedro comparten cuarto y se hacen amigos con la amistad dependiente el uno del otro de dos seres abandonados. Es una época de descubrimientos, de veranos en el río, de escalar las murallas con las pandillas de chicos, de paseos por Ávila con Don Mateo, Martina y la perrita. Para otra persona podríamos decir que fue una buena época pero Pedro no es como todos, continuamente espera lo peor y por Júpiter que le sucede: Alfredo muere de tuberculosis. El dolor por esta muerte le confirma lo que predica Don Mateo: “El que nada tiene, nada pierde” y este será su lema a lo largo de su vida. Estudia marino mercante pues la vida en el mar es lo más alejado de la humanidad que puede encontrar. Sin embargo el destino pone en su camino a una mujer, Jane, que le trastocará todos sus planes, se enamora, rechaza ese amor, lucha, enferma, se recupera y finalmente se casa con ella. Dos días de luna de miel, una separación de tres meses y antes de reencontrarla la ve morir, embarazada, en un ridículo accidente.
Este final me confirma lo que creo, el pesimista, el cenizo, se está buscando todas las desgracias que al final le pasan y además no ha disfrutado de los momentos felices pues ha estado esperando que le pase lo peor.
La historia es deprimente y la forma de contarla es más deprimente aún. Es la primera novela de Miguel Delibes, premio Nadal 1948, y se nota que es la primera y el año en que se escribió. El ambiente en España era de un negro luctuoso que no daba para muchas alegrías y el escritor, un hombre de veintiocho años, estaba todavía bastante verde aunque sus descripciones y su escritura apunta lo bueno que llegará a ser. Menos mal que siguió escribiendo y se convirtió en el escritor admirable que nos dejó muchos libros con grandes historias y personajes inolvidables (“Milana bonita”)
En este libro los personajes excepto Pedro no tienen vida propia, no sabemos nada de ellos porque al escritor tampoco le interesan si no es por como influyen en el protagonista. La historia es una sucesión de las comeduras de coco de Pedro, que parece ser el alter ego del Delibes de esa época, son los pensamientos de una persona fastidiosa y egoista que pretende pasar por el mundo de espaldas a los demás, sin aportar nada, sin querer a nadie. Me ha costado mucho leer este libro.

Anónimo dijo...

Pues en contra de algunas opiniones anteriores, a mí me parece una auténtica maravilla. La novela relata la vida de Pedro, desde que es un niño y entra a vivir en la casa-academia de D. Mateo, tutor y profesor que le marcará de por vida, hasta su vida adulta.
Es un relato intenso, en el cual las descripciones maravillosas de Delibes te hacen sentir y casi vivir junto a Pedro sus andanzas.
Eso sí, hay que entender que la obra se sitúa en una España de postguerra, en una capital de provincias, y bajo la mirada de un niño huérfano.
La relación con su maestro, con su inseparable compañero y amigo, y las marcas que en su personalidad deja lo vivido en su infancia, hacen que el libro sea leído con ganas de saber qué es de la vida del personaje.
La sombra del ciprés (la muerte) es alargada. Algunas descripciones de Delibes hacen que parezca que estás junto al protagonista. Y más aún si el lector ha visitado la ciudad de Ávila, con sus calles históricas y sus murallas, junto a las que se desarrolla la historia.

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