1º CICLO DE ÉPOCA DEL CLUB DE LA MANZANA

LA GRAN DEPRESIÓN AMERICANA

LECTURAS

17 de enero: De ratones y hombres de John Steinbeck
El Villorio de William Faulkner
¿Acaso no matan a los caballos? de Horace Mc Coy


Club Social de Aljarasol en Mairena del Aljarafe, Avda. de la Constitución a las 19:00.

martes, 30 de noviembre de 2010

3ª FASE DE LA CREACIÓN DE UN RELATO A PARTIR DE PALABRAS SUELTAS

Seguimos con éxito la "Creación de un relato" a partir de palabras sueltas.  Vamos a pasar a la tercera fase que podremos alargar tanto como nos parezca.
En esta tercera fase cada uno ha escogido un número colocado previamente por una mano inocente (Samuel) a cada uno de los pequeños relatos de la 2ª fase.
Cada uno deberá seguir el relato desde el punto en que lo dejó su antecesor.
La extensión total del escrito desde el principio y hasta el final del texto que aporte deberá ser aproximadamente de un folio. 
El plazo que tenemos para ésta fase es hasta la fecha de la próxima reunión del club, que como sabéis es el próximo 28 de diciembre. 
Os recuerdo a quien le ha correspondido cada texto:

A
LE HA CORRESPONDIDO SEGUIR EL TEXTO DE
MARGA
Mª CARMEN
ARTURO
TERESA
TRINI
LULA
TERESA
YEYI
CATY
ARTURO
Mª CARMEN
TRINI
LULA
SALES
MARIUCA
MARIUCA
SALES
CATY
REYES
MARGA

10 comentarios:

Unknown dijo...

Este es el relato de RAÚL, no el mío, pero aún no sabe como funciona el blog y me lo ha mandado aquí os lo dejo. Os recuerdo que ha retomado el relato de Lula que Trini no se siente capaz de seguir.

El agua caía dulcemente llenando de alegría el jardín.
Tip, tip, tap, tip, tap, tap…
El interminable Morse sin mensaje de las gotas martillando sobre los cristales de la ventana era la única compañía para Marcos. Ah!, quién tuviera catorce o dieciséis años! Está claro: Nueve años son pocos para decidir por sí mismo que los charcos, el barro y las ranas son buenos y saludables compañeros. ¡Claro que lo son! Pero las madres, probablemente reseteadas por extraños mecanismos de la vida, llevan borrada esta porción de la memoria y no lo entienden.
Y nueve también son pocos años para que el modo subjuntivo del pretérito pluscuamperfecto del verbo acertar, opcionalmente llamado antepretérito, tenga el más mínimo, el más insignificante, el más minúsculo atractivo. Pero, atractivo o no, hay que saberlo para mañana… ¡Estúpido verbo!
Y sin embargo… Allí estaba, del otro lado del cristal: toda una enorme tarde plagada de aventuras! Cielos borrascosos; aguas turbulentas corriendo en la acequia trasera de la casa; buques de carga hechos con maderitas y clavos; a bordo, firmemente amarrados al casco de la nave, monstruosos animales recién cazados (papel que las ranas y los sapos suelen ejecutar de forma impecable, aunque a veces un poco sobreactuados) transportados de un punto otro del continente!
Y las lombrices…
Tip, tip, tap, tip, tap, tap…
Yo hubiera o hubiese acertado.
Y los caracoles!
Tú hubieras o hubieses acertado.
Él hubiera o hubiese acertado…
Tip, tip, tap, tip, tap, tap…

lbcagnes dijo...

Siguiendo el relato que inició Arturo:

Se levantó de un humor excelente, notando como la luz entraba en la habitación, llenando de alegría la estancia. La observó mientras aún dormía, y se perdió al compás de su respiración pausada y tranquila. Su cabello, corto y negro como el fondo del lago junto al hotel, se agitaba rizado, como las olas del lago al tocar la orilla de su frente. Su pecho desnudo, acentuaba su belleza mediante varios lunares, sensuales tildes en la perfección de su forma. Deseó que todas sus mañanas fueran como esa, o que simplemente ya no hubiera más mañanas, deseó tornar su tristeza en sonrisa, dedicaría su vida a ello.
Todavía con su olor en los labios, e impactado por la pasión incontenible de una sola noche, se acercó al bar a por un par de cafés cortados, pero cuando volvió a la habitación un doloroso vacío le despertó violentamente del sueño que había vivido hasta ese momento. La eternidad que había dibujado se esfumó, crucificándolo en su recuerdo, los clavos fueron sus ojos, sus besos y su olor, una lanzada fue la dulzura de su voz que seguiría oyendo cada noche, y su ausencia le coronó con las espinas de su tristeza.
Como un autómata se tomó el café, le costaba aclarar las ideas. Sin salir de su ensimismamiento entró en la ducha. Rápidamente el vapor transformó el espacio, paredes y espejo se recubrieron de un húmedo velo. Mientras el agua resbalaba desde su cabeza notó que la espalda poco a poco empezaba a relajarse, los músculos, al fin, abandonaban aquella insoportable tensión, el olor a ella fue desapareciendo.
Al bajar, cruzó la recepción mientras intentaba centrarse en las tareas que imponía su Moleskine para ese día. - ¡ Discúlpeme Sr.! – dijo elevando la voz el joven que estaba tras el mostrador intentando llamar su atención. -Tenga, dejaron este sobre para usted.- Con la sonrisa cordial de la que hizo gala el día anterior prosiguió - Espero que pase un día agradable, aunque debo recomendarle, como estamos haciendo con todos los huéspedes, que se abstenga de acercarse al lago hoy. Recibimos la noticia de que la policía cortó su acceso, dicen que hallaron un cadáver cerca del embarcadero Sr.- Expectante ante su reacción concluyó – “Desde luego todos en la ciudad estamos consternados, éste siempre ha sido un sitio tranquilo, en el que nunca pasa nada. Nunca pasa nada, un sitio tranquilo Sr.”- Asintió con la cabeza, pero su mente había vuelto a bloquearse, había regresado a la habitación vacía.

Arturo dijo...

"Humedad falsa, de calor inapreciable, como lana mojada al amor de la lumbre"; la frase que describía el cuadro le hizo pensar en que todo se resumía en eso, en la indescriptible armonía que significaba un hogar cálido y encendido.
-¿Lo van a trasladar a otro lugar?
-Si, estamos esperando la orden-comentó el personal encargado del traslado.
Se fijó en su indumentaria, le gustaba aquel uniforme azul, abotonado, con su gorra y chaqueta a juego. El operario reflejaba satisfacción por su trabajo, todo en él era orden y dedicación, aprendizaje laborioso, esfuerzo recompensado con una ocupación que sentaba las bases para la construcción de un proyecto personal fructífero.
Ahora sus pensamientos volaron a aquellos años en que él mismo estudiaba con voluntad para superar el ingreso al cuerpo de maestros, profesión que había elegido como la más adecuada para su talante, reflejo de entrega a los demás y constante aprendizaje de conocimientos. Y eso era precisamente lo que hacía en aquella sala de museo, comprender lo que alguien había querido reflejar en una pintura, conocimientos que pensaba aplicar en sus clases más inmediatas.
De pronto, escuchó como se dirigían a él.
-¿Quería usted verme?
-Si, gracias por atenderme- se excusó- Quería informarme del modo de concretar una visita para mi grupo de alumnos.
La persona que tenía frente a sí mostraba buena disposición a escuchar sus requerimientos, y eso le dió confianza para expresarse.
En ese momento una visita guiada llegó frente al cuadro, no serían más de veinte, todos extranjeros, cámaras fotográficas en la mano, expectación ante las expicaciones que oían.
-Fue concebido tras la guerra de la independencia...en un clima sobrecogedor...el emperador en persona hizo de mecenas, aportando...y lo más duro de todo fue comenzar de nuevo...cuando aquel incendio destruyó otras obras...
Ya no pudo escuchar nada más, tomando conciencia de que caminaba detrás del director, ya para concretar la visita; se vió atravesando otras estancias con otras pinturas, con otras visitas guiadas que las contemplaban. Todo parecía dar a entender que este microcosmos cultural era algo atemporal, repetición exacta de otros muchos lugares de exposición, algo que merecía la pena de preservar.

Sales dijo...

Jasón miró a su compañero, se preguntaba si en el momento oportuno se atrevería a traicionarlo. Al fin y al cabo ambos sabían que el mensaje era falso, y nadie podía ya pretender seguir sosteniendo la veracidad de la historia.
La charla había terminado. Jasón no sabía cuanto había durado. Porque sólo entonces, después de que las palabras se acallaran, se dio cuenta de que en algún momento durante el monólogo de León el sol se había puesto detrás de la ventana sin que él fuera consciente de ello. Ahora notaba la oscuridad y el silencio y eso le provocó un pánico momentáneo. Pasaron unos minutos en los que solo se escuchaba la respiración acompasada de la silueta que se adivinaba en las sombras. En esos momentos los pensamientos abordaron atropelladamente su mente. Lo oscuro y lo callado son siempre amigos de la reflexión y conducen a la duda, nuevos planteamientos, búsqueda de alternativas. La vacilación es inherente a la condición humana. No quería dejarse dominar por el pánico. En un esfuerzo por contenerse, trató de imaginar las cosas bajo la peor luz posible. Si veía lo peor, quizá no fuese tan malo como pensaba. Esto le ayudó algo. Pero las palabras de aquel discurso continuaban horrorizándole. Todo el asunto era tan solapado, tan diabólico en su planteamiento que se negaba a aceptarlo. Jasón pensó que ahora era él el que tenía que decir algo, pero no estaba seguro. No lograba decidir qué hacer. Se quedó allí sentado, esperando que sucediera algo.
La puerta del despacho se abrió en ese momento dejando pasar un triángulo de luz proveniente de la bombilla encendida del pasillo. Alguien presionó un interruptor y una lámpara situada en algún punto a sus espaldas dejó ver a tres hombres que caminaron hasta situarse a la altura de León. Mientras dos de ellos le estrechaban la mano relajadamente, el tercero chocó los talones en actitud típicamente marcial. Ya no había nada que hacer, Jasón lo sabía; no servía de nada tratar de explicar o razonar. Sintió crecer una rabia violenta en su interior; cerró los ojos, apretó los dientes y le rogó a Dios con todas sus fuerzas que aquello sólo fuera la peor pesadilla que hubiera tenido nunca y que lo despertara cuanto antes.
Pero, claro está, no lo hizo.

Maria Luz dijo...

Cuando levantó sus manos sosteniendo ante los ojos aquella brillante luz y se aisló por completo del exterior, sólo concentrado en escuchar el sonido que de aquel calor brotaba, pensó que jamás se atrevería a repetir a nadie la historia que su compañero de camino, estrellas y hoguera de aquella noche, le había contado hacía un momento sobre la creación de tan excelente criatura.

Al amanecer se despidió de aquel hombre y continuó su camino, quería llegar a cubierto cuando anocheciera, ya no era joven y sus huesos se quejaban por la mañana después de una noche al raso.
Mientras andaba le daba vueltas a la historia de aquel viajero, no habia duda de que era un excelente narrador, ojalá él fuera la mitad de bueno así su bolsa estaría más llena. Lástima no haberlo convencido de que lo acompañara, entre los dos y por supuesto el artefacto, hubieran podido conseguir grandes ganancias, incluso actuar delante de algún gran señor, en los castillos dan muy bien de comer.
Al pensar en la comida se dio cuenta de lo hambriento que estaba. Rebuscó en su alforja y encontró un pedazo de pan. Masticándolo con esfuerzo, sus dientes tampoco eran lo que fueron, fué engañando a su tripa.
Vaya historia la de aquel hombre, cuanto más pensaba en ello más increible le parecía, no podía ser lo que afirmaba con tanta convicción. Por otra parte estaba aquel prodigio que ahora llevaba bien protegido dentro de su camisa.
No sabía que hacer, si lo mostraba en las ferias los rústicos pagarían buenas monedas por verlo, pero estaba el peligro cierto de que el cura dijera que era un invento del diablo. Llevaba muchos años salvándose por los pelos de esos fanáticos, alguna que otra paliza había recibido por su lengua suelta, pero ésto que guardaba en su seno no eran rimas escandalosas, era una cosa que podía conducirle a la hoguera, mejor no tentar a la suerte
A lo lejos empezaron a verse los tejados de paja de una aldea. Al rato ya se olía el humo de los hogares. Como siempre ese olor le trajo añoranzas y pesares, su vida transcurría siempre lejos del cobijo y de la compañía humana y el olor de las fogatas le recordaba lo solo que estaba. También le recordaron retazos de su anterior vida y de porqué estaba mucho mejor ahora solo que antes acompañado. La amargura de estos recuerdos le decidió a pasar de largo aquel lugar y continuar andando.
Después de unas horas encontró un bosquecillo de hayas. Buscó un lugar entre ellas apartado del camino, se sentó y sacó el objeto. El viajero le había enseñado como funcionaba. Se introdujo un botoncito en una oreja y el otro en la otra, apretó lo que le dijo que se llamaba interruptor y otra vez se produjo el milagro, una luz azul iluminó la cajita y una música extraña le llenó los oídos mientras un calorcito suave le llegaba a las manos.
Del futuro le dijo el viajero que venía, un emepeseis dijo que se llamaba el prodigio, que se alimentaba del sol pero que no estaba vivo dijo, no es una criatura decía entre risas, es un artefacto, una creación de los hombres de su tiempo…Y él se lo creyó, durante un tiempo, mientras el viajero lo contaba se lo creía. Ahora no sabe, el diablo es muy listo, el mejor embustero, el gran embaucador y… acecha por los caminos.

margarita dijo...

En el exterior había un inmenso trasiego, producido por el tesoro encontrado.
Ya, en aquella habitación, con el corazón templado, se disponían a abrir aquel viejo arcón. La luz entraba de lleno por la ventana y sus ojos brillaban de alegría aunque aun no sabían lo que iban a encontrar.
Con las manos temblorosas y casi sin respirar lo abrieron.
Pantalón de paño azul, unas botas viejas, un saco bien atado, y una pequeña brújula. Era todo lo que había.
Los dos agarraron el saco casi al unísono, apenas pesaba y la desilusión podía casi respirarse.
Tuvieron que cortarlo y allí estaba.
Un atillo de papeles bien doblados, un pañuelo de seda, un anillo precioso de rubíes y una fotografía en blanco y negro de una mujer, bellisima.
Comenzaron a mirar curiosos los papeles , cartas, son cartas de amor comento Rolando, el mas joven y comenzaron a leerlas.

Teresa Barby dijo...

Todo el mundo en la sala se volvió para mirarle . No era sólo su aspecto distinguido el que cautivaba a la sala , sino el portentoso torrente de voz.
-¡Eso es falso y yo puedo demostrarlo! , repetía mientras se dirigía hacía el Juez.
Cuando el Dtor. Nadal llegó al estrado, la sorpresa era generalizada y en el ámbito de más pura intriga empezó su narración.
- El Sr. Fiscal, como parte de esta sociedad hipócrita, según refleja la propia prensa estos días, ha juzgado a Marcia X sin pruebas fehacientes, solo dejándose llevar por las apariencias , los rumores y las ideas preconcebidas.
Es cierto que Marcia X había decidido poner fin a su relación amorosa con la víctima como atestiguan diversos SMS del móvil de Juan José.
También es cierto que la relación de ambos flaqueaba y no estaba en su mejor momento .Por eso , y otra cuestiones más ,todo el mundo acusó de inmediato y sin contemplaciones a mi defendida .Pero yo puedo demostrar su inocencia. En mis manos tengo una primera auptosia que me remite el forense del caso y que el Sr, fiscal nunca a traido a esta Sala y en la que se puede leer claramente como la tráquea de se encuentra obstruida por una minúscula parte de un fruto entero que bien podrá ser , a falta de confirmar por el laboratorio , manzana.
Sí , Sr, Juez Juan Jose se atraganta y ahoga con una manzana. Aunque no había restos en sus manos ni en la habitación donde se encontró el cadáver. Marcia X es inocente.
Al menos de éste crimen .

mª carmen dijo...

Oír la veracidad de lo ocurrido le supuso por un momento pensar que su capacidad de comprensión no tenia limites.
Pero no era cierto, se paró, se calmó y evocó todo lo sucedido…
Era un día gris, de comienzo de invierno. Se ve correr a una mujer hacia un lugar donde cobijarse, su alteración era visible ya que lo que había contemplado le pareció sobrecogedor, el homicidio de una persona. Asiria, que así se llamaba la persona que había presenciado el suceso, una vez que tomó aliento decidió pedir auxilio, cuando volvió vio a la persona que estaba tendida en el suelo era la que amaba, pero, cuál fue su sorpresa al poder comprobar que todo lo vivido era fruto de un mal sueño…

Unknown dijo...

Se lavó la cara en el aguamanil que tenía en la cómoda al lado de la ventana. A través de los visillos vió el coche que ya estaba casi preparado y que debía llevarla junto con su tía y su tío, hasta Santander donde tomarían la primera de las diligencias que les llevaría desde Cantabria hasta Andalucía.
Al final la familia había decidido que su tío también las acompañara. Aunque las diligencias estaban ahora muy protegidas y ya no se veían por los caminos tantos bandidos como hacía algunos años, seguía viéndose mal que las mujeres viajaran solas.
Se sentó a la mesa para tomar su último desayuno y se sintió como una condenada ante su última comida. El día anterior se había despedido de su madre y de sus hermanos, las amigas le habían llevado las últimas piezas de su ajuar y el hijo del boticario la había observado desde la fuente de la plaza del pueblo con una tristeza infinita en los ojos.
Ninguno de los dos sabría ya como podría haber sido un futuro juntos. Ellos no tenían nada que decir ante el contrato matrimonial que hacía muchos años había firmado su padre con su tío, y del que desde siempre habían sabido, aunque sin pensar demasiado en él. Ahora se arrepentía de no haber sido más consciente de cúal era el final obligado de cualquier sentimiento que pudiera sentir por alguien que no fuera su futuro marido.

Unknown dijo...

yeyi ha dejado un nuevo comentario en su entrada "3ª FASE DE LA CREACIÓN DE UN RELATO A PARTIR DE PA...":

El falso calor recorría cada parte de su cuerpo, la humedad caía a borbotones de la cornisa exterior, era su compañero, yacía en el suelo, en su mano, un papel, una historia.

El comisario Gutierrez miraba sin querer ver. Aquel cuerpo, que instantes antes se había estampado contra el suelo fue más que su compañero, fue su amigo durante 10 años. Años duros en los que se separó de su mujer y aquel guiñapo que ahora yacía tumbado
le ayudó, y también lo ayudó cuando empezó a beber más, mucho más de lo que debía. Y una vez más lo ayudó, fue cuando ... El comisario Gutierrez no quería recordar aquel episodio de su vida, sin embargo sabía que aquel papel arrugado y ensangrentado en la mano hacía referencia a él.

Sin saber de donde, sacó fuerzas, miró a un lado, luego a otro y comprobó que ningún otro agente lo observaba, y al mismo tiempo que alargaba su mano hacia el papel dirigió por primera vez la vista hacia el difunto y fue cuando se enfrentó a la mirada ya opaca pero que parecía querer decirle con su habitual sarcasmo: “Tanto tiempo queriendo olvidar y míranos ahora, tú robando pruebas a un cadáver y yo de nuevo calladito como un muerto”. Sintió como las gotas de sudor empezaban a quedársele heladas una a una, y el frío comenzó a hacer que sus dientes chocaran entre sí, inexplicablemente para él porque estaban en Junio. Pensó que quizá era el pánico el que le hacía sentir aquel frío tan aterrador.

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