Esta colección de relatos reúne la crónica de la colonización de Marte por parte de una humanidad que abandona la Tierra en sucesivas oleadas de cohetes plateados y sueña con reproducir en el Planeta Rojo una civilización de perritos calientes, cómodos sofás y limonada en el porche del atardecer. Pero los colonos también traen en su equipaje las enfermedades que diezmarán a los marcianos y mostrarán muy poco respeto por una cultura planetaria, misteriosa y fascinante, que éstos intentarán proteger ante la rapacidad de los terrícolas.
8 comentarios:
Crónica de la conquista de un planeta tal y como la humanidad lo ha hecho desde el principio de su historia, primero los conquistadores (arrasando), después los aventureros (con curiosidad), luego los desesperados que huyen de un lugar donde ya no pueden seguir (las grandes migraciones a américa, al norte, etc..) y por último y cuando ya todo el terreno está allanado, las familias y los que quieren vivir en paz. Esto siempre acompañado de la incapacidad humana para respetar a las personas ó marcianos, sus costumbres, sus tradiciones, acostumbrados siempre a destruir todo a su paso sin pararse a pensar e imponiendo sus propias ideas y formas de vivir.
Me ha gustado especialmente el último capítulo en que de nuevo toda la historia vuelve a empezar y la conquista ha llegado a su cenit.... Su reflejo en el agua para saber como eran los marcianos.
También la crítica directa a la censura en el capítulo de la casa Usher, llevada a sus últimas consecuencias.
Una buena novela, irónica, realista, directa y porque no muy entretenida, aunque te deje un mal sabor de boca al ver reflejada a la humanidad.
Valoración: 8
Cronicas marcianas,es una critica a la raza humana en todos los sentidos,el afán de conquista,el de destrucción…
Narrada en capítulos,con una imaginación fascinante nos describe un Marte lleno de colorido con unos marcianos machistas y bien organizados.
En cada capitulo nos hace una crítica a lo destructivo de nuestra especie y como escapamos para volver a caer una y otra vez
La raza humana con todos sus errores mil veces repetidos y dispuestos a seguir en la misma línea en otro planeta.
Me ha gustado, lo puntuo 7
Pensemos que el tipo de cultura que refleja la novela es el tipo americano, además escrita creo que sobre los años sesenta, época de la fiebre americana y rusa de viajes al espacio. Narra la colonización de Marte por los hombres, destruyendo a los marcianos y proyectando sobre Marte el " American Dream". Creo que a la novela le falta el apoyo científico que si podríamos encontrar en otras novelas, como por ejemplo las de Julio Verne, que las hace más creibles.
En general me ha gustado, me quedo con ese tipo que ve en tener un kiosco de perritos calientes y narajanda lo mejor de la vida, cuando lo leía me lo imaginaba, una tierra yerma sólo con una carretera, de horizonte a horizonte, y un kiosco humeante en medio.
Valoración: 6.5
Comentario de RAUL
Creo que alguna vez lo comenté: la respeto, clro, pero no soy amigo de la llamada ciencia ficción. En general, lo que alguien piense sobre cómo será el futuro, me importa poco. Aunque ese alguien se llame Bradbury, Asimov o Clark.
Pero de lo poco que he leído saqué una conclusión divertida: toda la ciencia ficción -sobre todo la escrita en los '50, '60 y '70- imaginó al hombre en mil y una situaciones (conquistas, batallas interplanetarias, viajes impresionantes) sin que ninguna tuviera en cuenta el único aspecto que terminaron empantantandos los planes y las ambiciones de la humanidad en lo que a conquista del espacio se refiere: el dinero.
Colonizar la Luna, viajar a Marte, encarar expediciones a otras galaxias, entrar en guerra con otras civilizaciones planetarias suena bien pero ¿Cómo se paga eso? ¿Quién paga eso?
La misma conquista de la Luna (¿conquista?) protagonizada por los americanos (¿protagonizada? ¿si?) resultó una fandarronada -frente a los rusos- innecesaria porque para juntar unas cuantas piedritas y rocas no hacía falta enviar un vehículo tripulado (que multiplicó por 100 el costo de la aventura) Si realmente fueron (?), quedó claro que no sirvió para nada.
Las piedritas pudieron ser recogidas por un carrito-robot y el paseo hubiera costado ocho duros. Ok.; no ocho duros, pero sí muchíííisimo menos. No hacía falta fuerza ni presencia humana para tan ligero trabajo. A lo que iba: esa aventurita, ese paseo de fin de semana, dejó secas las reservas destinadas a chorradas del país más poderoso del planeta. ¿quién pagaría un retorno y para qué? ¿quién pagará un viaje a Marte (y para qué)?
Pero la ciencia ficción no pènsó en el dinero, en los costos, en la desmesurada inversión. La ciencia ficción se dedicó a imaginar hombres-de-futuro con brillantes trajes plateados con una V en el pecho, hablando con la mente sin mover los labios, viajando a seis veces la velocidad de la luz (disparate si los hay) y decribiendo paisajes venusinos de infinita belleza.
Bah!
La edición que tengo de este libro viene prologada por Borges. Entre otras cosas dice “¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?” Me atrevo a contestar al temible ciego: este hombre no ha escrito un libro de ciencia ficción, no es la conquista de otro planeta, este hombre ha escrito las crónicas de la humanidad. Resumidas, incompletas, con toda la carga de su época, recién terminada una guerra mundial, inaugurada la era atómica y la guerra fría.
En este libro no hay tecnología, ni anticipación (hay unos cohetes plateados que te llevan a Marte y punto). Es un libro lleno de poesía. No sólo en las descripciones de los marcianos, sus casas, vestimentas, carruajes y barcos. También es lírica su manera de encarar temas tremendos: el fin de todo en “Vendrán lluvias suaves”, la soledad extrema en “Los largos años” Humorístico y kafkiano en el capítulo “Los hombres de la Tierra”. Antirracista (¡en los años 50!) en “Un camino a través del aire”. Contrario a toda conquista en “Aunque siga brillando la luna”
Las ciudades antiguas de los marcianos, sus palacios y templos de piedra, las casas abandonadas, recuerdan las ciudades mayas de Tikal o Chitchén Itzá.
Estas crónicas son las de cualquier encuentro entre dos civilizaciones, una más fuerte o más peligrosa y destructiva que la otra y que, sin respeto ni consideración, conquista, expolia y destruye lo que hay para construir una sociedad a su imagen, sin intentar aprender ni adaptarse al lugar al que han llegado.
Un tanto pesimista, Bradbury no se hace muchas ilusiones sobre el hombre como especie, tarde o temprano terminará destruyendo la tierra, pero en el último capítulo nos deja un resquicio a la esperanza en esos colonos que, rompiendo con todo quieren volver a intentarlo en Marte. ¿Lo conseguirán o en unos miles de años volverán “las lluvias suaves”?
Valoración: 9 puntos
La lectura de esta obra aporta una visión crítica de la actuación de la especie humana. Nos ofrece un análisis reprobatorio de la colonización, donde los colonizados son los habitantes del planeta Marte. Es un libro estructurado en relatos de ciencia ficción, sin ser una novela.
Lo que me ha sorprendido de esta lectura ha sido que no trata de los extraterrestres sino del comportamiento de la humanidad, pero al no descubrirme nada que ya no conociera me ha sabido a poco. Sin embargo, destaco especialmente el relato cuya trama es la huida de la raza negra en busca de un mundo mejor.
Partiendo de la premisa de que la ciencia ficción no es lo mío: puntuación: 6.
Nota: ¡¡¡¡¡Genial el comentario de Lula!!!!!.
Comentario de Mª Carmen L.
Partiendo de la base de que no me gustan los marcianos ni la ciencia ficción, el libro está muy bien escrito. A resaltar,como actúa el ser humano para lograr su finalidad y objetivos sin pensar en las consecuencias, así como la descripción de los marcianos y el planeta.
Mi elección 6.
COMENTARIO DE CATY
Muy grata sorpresa la lectura de esta recopilación de relatos, pues aunque en antes de cogerlo no me despertaba mucho interés, desde las páginas iniciales quedé prendada del tono ahora vintage de las narraciones futuristas de los cincuenta, narraciones que me traían el recuerdo del color empolvado de las películas que veía de pequeña en el telefunken de mi casa, aquellas en la que norteamericanos bien parecidos llegaban a planetas de exuberante vegetación habitados por perfectas amas de casa rubias luciendo equilibrados flequillos y blancas sonrisas. Nostalgia aparte, y diversión incluida genialmente, el libro se presenta en su versión más seria como un gran retrato de las partes más oscuras del hombre, de sus afanes colonialistas, de sus instintos violentos, de sus miedos pueriles, acompañadas, eso si de pequeños retazos esperanzadores.
Puntuación 8
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