1º CICLO DE ÉPOCA DEL CLUB DE LA MANZANA

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17 de enero: De ratones y hombres de John Steinbeck
El Villorio de William Faulkner
¿Acaso no matan a los caballos? de Horace Mc Coy


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sábado, 8 de diciembre de 2012

PREMIOS NOBLE DE HABLA HISPANA (Este mes en el periódico de Mairena)


 JACINTO BENAVENTE (1922) Arturo


    Vida:
Nace en Madrid el 12 de agosto de 1866. Su padre fue el famoso médico Don Mariano Benavente, uno de los primeros pediatras que hubo en España, y su madre Doña Venancia Martínez. La buena posición de su familia posibilitó una infancia acomodada y un ambiente familiar.
A los dieciséis años comenzó la carrera de Leyes en la Universidad de Madrid, mientras se va definiendo su verdadera vocación, el teatro, componiendo y representando obritas.
A la muerte de su padre en 1885, Benavente decide dejar la carrera de Leyes, adoptando el modo de vida de los salones aristocráticos y los cafés bohemios, asistiendo a las tertulias literarias. Comparte amistad con los grandes escritores de la “Generación del 98”, tales como Azorín, Unamuno, Rubén Darío, Maeztu, los hermanos Machado, Valle-Inclán, Baroja, etc. Sin embargo, Benavente se encuadra mejor en la tendencia de los “Modernistas”, que pretenden salvarse como literatos, frente a la “Generación del 98”, que se suponen más renovadores crítica y políticamente de la sociedad.
Con el triunfo de su obra “La Noche del Sábado” (1903), se desencadena el ascenso de la fama de Benavente, recibiendo homenajes y viajando por todo el mundo. Es nombrado miembro de la Real Academia Española en 1912, para suceder a Menéndez Pelayo.
En 1918 es elegido diputado a Cortes por Madrid, afecto al partido de Maura, puesto en el que no se volcó profesionalmente.
En 1922 le llega el Premio Nobel de Literatura, concedido por la Academia Sueca. Es nombrado “hijo adoptivo” de Nueva York, y a su regreso a España en 1923 el rey le impone la Gran Cruz de Alfonso XIII. En 1950 recibe la Medalla de Oro al trabajo.
Tuvo una ancianidad tranquila, muriendo el 14 de julio de 1954.
                  
                  Obra:
Jacinto Benavente escribió más de 160 obras teatrales, siendo éste el género que más cultivó. También escribió otras obras de diversa naturaleza.
Destacan entre todas “La Noche del Sábado” (1903), “Los Intereses Creados” (1907), “Señora Ama” (1908), “La Malquerida” (1913), “La Ciudad Alegre y Confiada” (1916). De todas ellas es quizás “Los Intereses Creados” (1907) la obra maestra de Jacinto Benavente, tal como se reflejó en la votación llevada a cabo en 1950 por cincuenta mil personas. Este éxito se debe tanto a lo atractivo de la temática que trata como a la originalidad de su formulación dramática dentro del teatro español.
                  
                   "Los Intereses Creados" (1907):
Esta obrita es una protesta de Benavente contra algunos de los supuestos morales de la sociedad burguesa. En la obra, los protagonistas Leandro y Crispín, que son dos pícaros buscados por la justicia, intentan dar un golpe definitivo que cambie la suerte de sus vidas: Leandro deberá enamorar a la hija del rico Polichinela. La trama se desarrolla en una ciudad italiana a principios del XVII. Para llevar a cabo su engaño, Crispín proclama que Leandro es un hombre de recursos, caballero y generoso, con la intención de crear el ambiente propicio para que Silvia (la hija de Polichinela) se enamore de él. Pero surge un amor verdadero entre ambos jóvenes, y éste será el recurso que Benavente utilice al final de la obra para dulcificar la trama. Polichinela intenta evitar por todos los medios este casamiento, pero todo se pone en su contra, ya que los intereses que se habían creado sobre Leandro hace que no pueda oponerse; el dinero prestado por el prestamista Pantalón, el dinero que se le debe al Hostelero por su alojamiento, el valor puesto al servicio de Leandro por el Capitán, los poemas de Arlequín, la intermediación de Sirena, hasta la propia justicia que los persigue acabará confluyendo en estos intereses.
Toda la trama creada contra Polichinela se justifica por la ruindad y los crímenes cometidos  por éste, de los que proviene su riqueza. La máxima que resume el hilo argumental de la obra aparece al final, cuando Crispín proclama: “Creedlo. Para salir adelante con todo, mejor que crear afectos es crear intereses.”. Al final de la obra, las palabras finales de la bella y enamorada Silvia suavizan y moralizan al espectador:
“Y en ella visteis, como en las farsas de la vida, que, a estos muñecos, como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y toda la miseria de su condición: tiran unos de sus pies y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, hurtan con astucia, matan con violencia. Pero, entre todos ellos, desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz de sol y con luz de luna: el hilo del amor, que a los humanos, como a eso muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora, y pone alas en nuestro corazón, y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba.”
  
                                                                                 Arturo Santos.
                                            

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