1º CICLO DE ÉPOCA DEL CLUB DE LA MANZANA

LA GRAN DEPRESIÓN AMERICANA

LECTURAS

17 de enero: De ratones y hombres de John Steinbeck
El Villorio de William Faulkner
¿Acaso no matan a los caballos? de Horace Mc Coy


Club Social de Aljarasol en Mairena del Aljarafe, Avda. de la Constitución a las 19:00.

martes, 9 de marzo de 2010

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN - Betty Smith


PROPUESTAS DE LECTORES (Sales)

“Un árbol crece en Brooklyn. Algunos lo llaman el árbol del cielo. Caiga donde caiga su semilla, de ella surge un árbol que lucha por crecer. Crece en solares delimitado por tablas entre montones de basura abandonada. Es el único árbol que crece en el cemento. Crece exuberante…sobrevive sin sol, sin agua, hasta sin tierra, en apariencia. Podríamos decir que es bello, si no fuera porque hay tantos de su misma especie”.

Como este árbol, la pequeña protagonista de esta bella historia sobrevive a duras penas en uno de los barrios más pobres de Brooklyn en la segunda década del siglo XX.
Francie de once años y su hermano Nellie de diez, son hijos de Johnny y Katie Nolan, dos emigrantes de segunda generación que hacen lo que pueden por sacar adelante a sus hijos. Johnny es un padre cariñoso y un marido enamorado, limpio, guapo, siempre con zapatos relucientes pero tiene demasiada afición por la bebida y no consigue un empleo fijo. Katie es una joven de apenas dieciocho años impetuosa, pertinaz, tozuda, dispuesta a trabajar hasta caer rendida para ganar unos cuanto dólares con que alimentar a su familia. A duras penas y gracias a su tesón e ingenio, capaz de crear una docena de platos diferentes a base de pan duro y capaz de convencer a los niños de que son exploradores en el Polo Norte a la espera de un auxilio que no termina de llegar cuando no hay ni siquiera pan duro que llevarse a la boca, los Nolan intentan salir de la miseria en la que viven. Y Katie sabe muy bien que la educación es el único acceso que tienen a una vida mejor. Ella no terminó la escuela elemental y su madre y sus hermanas no saben leer ni escribir. Así, por consejo de su madre, lee cada noche para sus hijos desde que estos nacieron una página de las obras competas de Shakespeare y otra de la Biblia.(para que los niños se acostumbren a cosas bonita decía la abuela).
Pero a pesar de la pobreza en que vive, a pesar de no tener vestidos nuevos ni juguetes, a pesar de tener que hacer de trapera y recoger de la calle cualquier cosa después pueda vender para poder poner algo de dinero en la hucha y ganar algo para caramelos, a pesar del hambre y del frío, a pesar de tener que trabajar después de la escuela, a pesar de su orgullo constantemente herido por la brutalidad del entorno, a pesar de todo esto Francie es feliz. La felicidad es algo tangible para ella en cosas cotidianas y sencillas, una taza de café bien amargo, un zaguán para resguardarse de la lluvia, y sobre todo sentarse en la escalera de incendios, viendo el árbol del cielo que crece en su patio interior, con un libro en el regazo y una bolsa de caramelos al alcance de la mano en una bonita tarde de sábado. Francie es capaz de disfrutar de la vida y de los pequeños detalles que hacen que ésta valga la pena ser vivida. No hay en ella atisbo de desdicha ni queja, muy al contrario su orgullo se acentúa cuanto más adversas son las circunstancias,  la palabra caridad no forma parte de su credo y utiliza su ingenio para hacer de la miseria pequeñas aventuras que la ayudan a crecer fuerte de espíritu.
En este libro apenas suceden cosas importantes o impresionantes, es de ritmo pausado, a veces incluso diría lento, pero es que los pequeños problemas y vicisitudes hogareñas, lo diario, lo cotidiano, si está bien contado puede convertirse en la mayor de las odiseas.
Y esta historia cuenta muy bien todo eso, lees porque quieres saber cuantos peniques le podrá regatear la niña al tendero que la tima con las rifas de papeletas, porque quieres acompañarla a su primer día de colegio o por ver cumplido su empeño de leerse todos los libros de la biblioteca (eso sí, por orden alfabético), o por saber si  la profesora de inglés de la permiso para escribir la obra de teatro de fin de curso, permiso que le quitó por su afán de escribir sobre historias reales (sórdidas les llama la profesora) en vez de escribir sobre cosas bonitas, o porque quieres compartir una divertida tarde de reunión familiar con su madre y todas sus hermanas o simplemente por ver si el caballo del tío Willie vuelve a cocearlo cuando intente cepillarlo. Rebosante de ternura, creo que está escrita con el único motivo de deleitarnos en su lectura.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Es una novela hermosa, una historia simple de gente simple, en una época de dificultades en que cualquier pequeña conquista se convertía en una gran victoria. La protagonista y su familia, pasan dificultades, no son ricos, pero se tienen los unos a los otros y la fuerza de los adultos ayuda a que los pequeños vean la vida como algo bonito. Siempre con esperanzas en un futuro mejor.
Es una historia optmista, porque nos enseña como vivir al límite y aún así ser feliz y sacar partido de todo. Seguir adelante ante cualquier dificultad y ser buenas personas.
Hay un frase en la novela que le dice a la protagonista su abuela y que aunque es lógica no siempre conseguimos aplicarnos en nuestro día a día:
"Hay que mirarlo todo como si fuera la primera o la última vez. Así tu paso por la tierra estará llena de dicha". Este es el mensaje más importante que nos ofrece esta historia.

Publicar un comentario

Este blog ha dado de alta la moderación de comentarios. Serán revisados por su administrador antes de publicarlos.